Del dicho al hecho suele haber un abismo en Oriente Próximo, donde las alianzas fluctúan con igual rapidez que los acontecimientos. Esta vez, sin embargo, el primer ministro israelí, Ehud Olmert, cumplirá otra de las promesas que le hizo al presidente palestino, Mahmud Abbás, en la cumbre árabe- israelí del pasado 25 de junio. Su consejo de ministros aprobó ayer la puesta en libertad de 250 presos palestinos afiliados a Al Fatá. Se trata de un gesto "adecuado", en palabras de Olmert, que está dispuesto a "emplear todas las medidas posibles para reforzar a las fuerzas moderadas dentro de la Autoridad Nacional Palestina ANP". La pregunta es si ese apoyo no llega muy tarde.

Y es que ha tenido que producirse una ruptura total de Abbás con Hamás y la debacle de sus fuerzas en Gaza, derrotadas militarmente por los islamistas, para que Israel y Occidente reanudaran los gestos hacia el presidente palestino. La idea es sencilla: aislar aún más a los fundamentalistas y apuntalar al presidente con medidas como la reanudación de las ayudas internacionales, el desbloqueo de parte de los impuestos palestinos retenidos ilegalmente por Israel o la liberación de presos.

APLICACION NO INMEDIATA Una liberación que no será de ningún modo inmediata. De hecho, aún no se ha cerrado la lista de presos. Cuando se apruebe, el Gobierno ha dado 48 horas de plazo para que los nombres elegidos puedan recurrirse ante el Tribunal Supremo. Olmert ya ha dicho que no liberará a ningún reo con "sangre en sus manos".

Según la prensa, Israel elegirá a presos que hayan cumplido al menos dos tercios de su condena. Estos requisitos hacen imposible la liberación de Maruán Barguti --condenado a varias cadenas perpetuas por su implicación en el asesinato de cinco israelís--, dirigente de Al Fatá.

La decisión, aprobada por 18 votos a favor y seis en contra (cuatro de los ultraortodoxos de Shas, uno de Israel Beiteinu y otro de Kadima, el partido de Olmert), puso en jaque a la oposición de derechas. El líder del Likud, Benyamín Netanyahu, calificó la medida de "ataque a la "seguridad de Israel".

Olmert, en cambio, quiso calmar los ánimos con una lectura más que optimista de su gesto que, en su opinión, "puede crear las condiciones que faciliten el proceso" de liberación de los tres soldados israelís cautivos.

Desde su bastión en Gaza, un portavoz de los islamistas acusó a Abbás de colaborar con Israel y apuntó que debía haber rechazado la oferta a menos que incluya a todos los presos palestinos. Nada menos que 11.000 reclusos.