Lo llama "plan de consolidación", aunque bien puede continuar llamándole "desconexión de los palestinos" o "plan Sharon". El primer ministro interino israelí, líder del Kadima y favorito para ganar las elecciones de mañana, Ehud Olmert, dedicó su último día de campaña a transmitir claramente el eje de su programa: fijar para el 2010 las fronteras permanentes de Israel mediante una negociación con EEUU e imponer de modo unilateral esta decisión a los palestinos, lo que implicaría evacuar asentamientos de Cisjordania y anexionarse el resto, junto a la totalidad de Jerusalén.

Durante la campaña, Olmert ha declarado en varias ocasiones que "las elecciones son un referendo sobre el plan de consolidación", y ayer reiteró que el objetivo es "establecer las fronteras para separarse de los palestinos".

La hoja de ruta de Olmert, muy alejada en letra y en espíritu del fallido plan de paz internacional, se basa en la presunción de que no hay interlocutor palestino para negociar y establece dos etapas: un debate interno entre los diferentes partidos israelís para marcar cuáles son las líneas rojas que Israel nunca cederá y plantarse después en Washington para diseñar con la Casa Blanca un nuevo mapa de la zona que sea aceptable para la comunidad internacional.

"Tengo la confianza de que hay una gran receptividad en EEUU y otros lugares a este planteamiento", dijo el primer ministro interino, quien afirmó: "Las opciones son no hacer nada y embarcarnos en una guerra sin fin o encontrar una forma de separarnos de los palestinos", tras la victoria de Hamás.

No citó Olmert que los cimientos de su "plan de consolidación" los puso su mentor, Ariel Sharon, con la retirada de Gaza, en un momento en el que Hamás no gobernaba en la ANP. De hecho, la decisión de Sharon de fundar Kadima se basó en que en el partido derechista no podría impulsar las evacuaciones de colonias que requiere el plan.

VICTORIA HOLGADA Para llevar a cabo su propósito, Olmert necesita una victoria lo más holgada posible en las elecciones de mañana, a fin de poder negociar sin aprietos parlamentarios un Gobierno de coalición.