Israel envió ayer un claro mensaje a Nueva York, donde se negocia la resolución de la ONU que busca una salida a la guerra entre el Estado hebreo e Hizbulá: no va retirar sus tropas del sur del Líbano hasta que no haya un realidad sobre el terreno que la satisfaga. Por eso, el Gobierno de Ehud Olmert aprobó ayer por nueve votos a favor y tres abstenciones la ampliación de la ofensiva en el sur del Líbano. Según declaró un ministro al diario Haaretz y confirmaron otras fuentes, la decisión tardará dos o tres días en aplicarse, a la espera de los resultados del diálogo en la ONU.

La decisión del Gobierno de Tel-Aviv es una amenaza en toda regla justo después de que Beirut recuperara la iniciativa diplomática al proponer el despliegue de 15.000 de sus soldados en el sur --que Hizbulá acepta-- a cambio de que la resolución de la ONU exija la retirada inmediata israelí. "Ampliar la operación es necesario para acabar esta guerra de una forma diferente", dijo el jefe del Estado Mayor, Dan Halutz. Y es que, tras cuatro semanas de guerra, la capacidad militar de Hizbulá sigue siendo muy alta --160 cohetes cayeron ayer en Israel-- y Tel-Aviv necesita, ante todo, dos cosas: poner fin a los ataques sobre su territorio y que Hizbulá no regrese a la frontera. Para ello, quiere sellar el sur del Líbano y seguir allí hasta que se despliegue una fuerza internacional dispuesta a combatir contra Hizbulá.

DECISION ARRIESGADA Olmert no puede permitirse que la resolución de la ONU exija la retirada israelí y acepte la propuesta libanesa de desplegar su Ejército, por lo que la decisión de ayer significa que si la diplomacia no da los frutos deseados por Tel- Aviv, su Ejército lo conseguirá. Pero, a su vez, es una decisión arriesgada --defendida por Halutz y el ministro de Defensa, Amir Peretz-- que Olmert no vio muy clara hasta la hora de la votación. Hasta el momento, las tropas han avanzado 12 kilómetros en territorio libanés, encontrando una feroz resistencia y sufriendo numerosas bajas.

La expansión de las operaciones terrestres implica entrar 30 kilómetros en el Líbano, en una operación que duraría al menos un mes y en la que sería necesario emplear 30.000 soldados más. Pero es que enfrente, según estimaciones militares, se encontrarían unos 8.000 milicianos de Hizbulá preparados para una guerra de guerrillas.

LA OPCION DE FRANCIA Mientras, las negociaciones en la ONU para consensuar una resolución siguen encalladas. En un intento de presionar a EEUU, el presidente francés, Jacques Chirac, advirtió ayer de que París presentará su "propia resolución" si no se consigue pronto un acuerdo, aunque se mostró confiado en que Washington levantará finalmente "sus reservas" a las enmiendas que desea introducir la Liga Arabe.