El alto comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Zeid Ra’ad al Hussein, ha advertido en Birmania (Myanmar) puede estar produciéndose una limpieza étnica de la minoría musulmana rohinya, además de posibles crímenes contra la humanidad. La oficina de la ONU en Bangladesh ha cifrado en 313.000 los miembros de esta minoría musulmana que han llegado a este país desde el pasado 25 de agosto huyendo de la ola de violencia que estalló en Birmania contra ellos.

En un informe publicado ayer, el Grupo de Coordinación Intersectorial del organismo internacional detalla que la mayoría de los nuevos refugiados, unos 156.000, se alojan en asentamiento temporales y campamentos ya existentes, mientras que alrededor de 90.000 se encuentran albergados en comunidades de acogida. Los 67.000 restantes se han instalado en asentamientos «espontáneos», se explica en la nota, en la que se añade que, pese a que el flujo de rohinyas prosigue, éste fue «más lento» que en días anteriores.

En la apertura de la trigesimosexta sesión del Consejo de Derechos Humanos de la ONU, Zeid recordó que ya advirtió el año pasado de graves violaciones contra los rohinyas y de ataques «extendidos y sistemáticos» contra esta comunidad en Birmania, que «posiblemente equivalen a crímenes contra la humanidad». «Dado que Birmania ha rechazado permitir el acceso a investigadores de derechos humanos, la situación actual no puede ser evaluada plenamente, pero se parece a lo que se define en los libros de textos como limpieza étnica», señaló.

Severa discriminación / «El Gobierno birmano debe dejar de pretender que los rohinyás queman sus propias casas y devastan sus propios pueblos. Esta negación completa de la realidad daña enormemente» la imagen internacional del Ejecutivo, afirmó Zeid. «Insto al Gobierno a poner fin a sus crueles operaciones militares actuales, a rendir cuentas por todas las violaciones ocurridas y a revertir el patrón de la severa y extendida discriminación contra la población rohinya», añadió.

El diplomático jordano considera que la operación actual «es claramente desproporcionada y sin respeto a los principios básicos del derecho internacional». Zeid sostiene que su oficina dispone de «múltiples» informes e imágenes de satélite que muestran cómo las fuerzas de seguridad birmanas y milicias locales han quemado pueblos rohinyas, y relatos constantes de asesinatos extrajudiciales.

El alto comisionado asimismo se mostró consternado por las informaciones de Amnistía Internacional (AI) acerca de la existencia de minas antipersona en la frontera con Bangladés plantadas supuestamente por el Ejército birmano. También denunció declaraciones oficiales que apuntan a que los refugiados que han huido de la violencia solo podrán regresar si pueden aportar «pruebas de nacionalidad», un «ardid cínico» por parte del Ejecutivo para «transferir forzadamente a grandes números de personas» fuera del país, dado que los rohinyas son una población apátrida y no tienen derechos políticos y civiles desde 1962.

Estatus de refugiados / En cuanto a Bangladés, que coge a cientos de miles de rohinyas, Zeid alentó al Gobierno a mantener abiertas las fronteras para los refugiados, y urgió a la comunidad internacional a ayudar a las autoridades a recibir y asistir mejor a estas personas.

Por contra, el alto comisionado de Naciones Unidas deploró las medidas actuales de la India para deportar a rohinyas en un momento de tanta violencia en su país. La India es hogar de unos 40.000 rohinyas, de los que 16.000 han recibido el estatus de refugiados.

Zeid argumentó que ese país alega que no es un estado firmante de la Convención de Refugiados, pero recordó que, como nación que ha ratificado el Convenio internacional sobre Derechos Civiles y Políticos, la India no puede efectuar «expulsiones colectivas» o devolver a personas a un lugar donde se enfrentan al riesgo de la tortura u otros abusos graves.