Los milicianos kamuina nsapu son un ejército de desheredados armados con machetes y palos -a veces con algún fusil robado a la policía- que en julio se alzaron contra el Estado congoleño en Kasai Central, en el centro del gigante africano. Pero la reacción del Estado a la revuelta fue del todo “desproporcionada”, según ha dicho Naciones Unidas.

El hecho es que la espiral de violencia desatada desde entonces se ha llevado la vida de al menos 400 personas y 216.000 se han visto obligadas a huir de sus casas. En realidad, el número de fallecidos puede ser mucho mayor. Hasta ahora, la ONU ha documentado hasta diez fosas comunes que apuntan a nuevos crímenes de guerra en la República Democrática del Congo.

Tres de estas fosas están en Tshimbulu, las otras siete en el territorio de Demba, en Kasai Central y Occidental, respectivamente, explicó el 22 de marzo en rueda de prensa en Kinshasa Barbara Matasconi, de la Oficina Conjunta de Naciones Unidas para los Derechos Humanos (UNJHRO) en Congo. “Existen serias alegaciones aún por confirmar de la existencia de otras fosas comunes”, añadió.

CAMIONES MILITARES

El anuncio de la ONU llega días después de que dos periodistas de la agencia Reuters y de Radio France Internationale (RFI) divulgaran la existencia de ocho fosas comunes, descubiertas por campesinos de Tshimbulu desde enero. Los habitantes del pueblo citados por estos medios dijeron haber visto camiones militares de noche días antes de hallar cuerpos humanos de hombres, mujeres y niños semienterrados cuyos miembros afloraban parcialmente de la tierra.

Otros indicios apuntan al Ejército como posible autor de estos crímenes. En febrero, la UNJHRO recibió informes de que 50 personas habían muerto a manos de militares entre el 6 y el 8 de ese mes. En sólo cuatro días, entre el 9 y el 13 de febrero, otras 101 personas -39 eran mujeres atrapadas en el fuego cruzado- perecieron en los combates con el grupo armado. Los testigos dijeron a la ONU que los militares habían usado ametralladoras contra jóvenes que blandían machetes y lanzas.

El 17 de febrero, un vídeo empezó a circular por las redes sociales. En él se veía a militares abrir fuego contra civiles tocados con la banda roja que los kamuina nsapu llevan en la frente. Los soldados remataban luego a sus víctimas, armadas sólo con palos y tirachinas, mientras uno decía: “Mira, mueren igual que animales”. Trece personas, entre ellas mujeres jóvenes y varios niños murieron así asesinados a sangre fría.

Tras la difusión de este vídeo, que ha ido seguido de otros de contenido similar, el portavoz del gobierno, Lambert Mende, lo tildó de “grosero montaje”. Sin embargo, en medio de una creciente presión internacional, el 18 de marzo, Kinshasa anunció el arresto de siete militares acusados de “crímenes de guerra” por esa masacre.

LLAMAMIENTO A LA REVUELTA

Sin embargo, Congo no ha aceptado la comisión de investigación internacional reclamada por Naciones Unidas, ni siquiera después de que el 12 de marzo dos investigadores de la organización internacional y cuatro congoleños desaparecieran, posiblemente secuestrados, cuando se dirigían a Tshimbulu, el pueblo donde se han hallado varias de las fosas comunes.

Los kamuina nsapu son los seguidores del médico Jean-Pierre Pandi, el heredero del título de jefe tradicional “Kamuina Nsapu”, en Kasai Central, al que las autoridades no reconocieron sus derechos sucesorios tras la muerte de su padre. En abril de 2016, mientras estaba de viaje en Sudáfrica, varios policías entraron en su casa y, según la versión de Pandi, profanaron sus atributos de poder tradicional e intentaron violar a su mujer, lo que precipitó que llamara a sus seguidores a la revuelta.

El 12 de agosto de 2016, Pandi caía abatido en combates con la policía en Tshimbulu, una muerte que sus seguidores consideran una ejecución por lo que a partir de entonces redoblaron sus ataques. Naciones Unidas sostiene que tanto ellos como las fuerzas de seguridad han cometido “atrocidades”. Este 25 de marzo las autoridades congoleñas denunciaron que los kamuina nsapu habían decapitado a 42 policías en una emboscada cerca de la ciudad de Tshikapa.