Un mundo con menos armas nucleares está un paso más cerca, al menos sobre el papel. Ayer, en una histórica sesión del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas presidida por Barack Obama, sus 15 miembros estamparon su voto de aprobación en una resolución preparada por Washington en la que se comprometen a intensificar sus esfuerzos para prevenir la expansión del armamento nuclear, promover el desarme y crear las condiciones para "un mundo sin armas nucleares".

Por las reticencias de Rusia y China, Irán y Corea del Norte, identificados como dos de las principales amenazas en este terreno, no aparecen en el texto citadas con su nombre, pero el mensaje es alto y claro y aunque no hay en la resolución llamamientos a nuevas sanciones sí se incluye una reafirmación de las impuestas con anterioridad.

Solo cinco veces antes se había celebrado una sesión del Consejo de Seguridad durante la celebración de la Asamblea General y nunca un presidente estadounidense la había presidido. Pero Obama, sentado al frente de la reunión porque la presidencia temporal rotatoria recae este mes en EEUU, pudo así poner el sello internacional de más alto nivel a dos de sus objetivos: su renovada apuesta por el multilateralismo y su atención al desarme nuclear.

Con el voto unánime de presidentes y primeros ministros (solo Libia estuvo representada por su embajador), Obama dio el martillazo final de aprobación a un texto que incluye muchas de las políticas de desarme que ha delineado como propias en los últimos meses, especialmente en abril pasado en un discurso en Praga donde llamó a la reducción de su propio arsenal y del ruso, a la adopción del tratado prohibiendo las pruebas nucleares (algo que el Senado estadounidense aún tiene que aprobar) y en el que reafirmó su compromiso con el Tratado de No Proliferación, que será revisado el próximo mes de mayo.

El texto incluye medidas para apoyar ese tratado. Urge a los países que vendan tecnología nuclear a supeditar ese comercio a que el comprador acepte inspecciones de la ONU y devuelva la tecnología si abandona el tratado. Las claúsulas más importantes no son vinculantes, un reflejo de reticencias de países como Francia, que se oponía al lenguaje que llamaba directamente a la abolición de las armas nucleares, pero en la ONU Obama pudo escenificar un compromiso en el que llevaba tiempo trabajando y donde uno de sus pasos más importantes ha sido granjearse el apoyo ruso.