"Hay que seguir resistiendo", dice Plácido Micó, líder socialista de Guinea Ecuatorial. Es el único de los 100 diputados elegidos en los comicios del pasado día 4 que no pertenece al Partido Democrático (PDGE) del presidente Teodoro Obiang, el Jefe , el hombre que gobierna con mano de hierro desde 1979 este pequeño país africano tan rico en petróleo y tan pobre en todo lo demás. "No vamos a tirar la toalla", le secunda Avelino Mocache, líder del centroderecha, que seguirá fuera de la Cámara.

Pero una profunda frustración se ha apoderado de la oposición, tras lo que ambos califican de "fraude total".

Los informes hechos públicos tanto por la Convergencia para la Democracia Social (CPDS) de Micó como por la Acción Popular (APGE) de Mocache sobre lo ocurrido no tienen desperdicio. Siempre según dichos relatos, el primer ministro, Ricardo Mangué, organizó con todo su séquito y militares armados una caravana que visitó cuantas mesas electorales había en su circunscripción, expulsando a los interventores de la oposición y exigiendo a los votantes que les mostraran sus papeletas. Los ocupantes de varios camiones militares hicieron lo propio en la capital, Malabo. Votaron extranjeros, ausentes, menores, fallecidos... En Añisok, las urnas llegaron llenas a las mesas. En otras muchas faltaban las papeletas de la oposición.