La oposición venezolana suspenderá, aunque sin reconocerlo explícitamente, el paro cívico que ha mantenido desde el 2 de diciembre contra el presidente, Hugo Chávez, y emprenderá una "nueva etapa" para tratar de apartarle del poder con enmiendas constitucionales y la clase media movilizada en la calle.

Después de que los últimos negocios en huelga decidieran reabrir el lunes, la Coordinadora Democrática les sugirió "aplicar horarios restringidos" y afirmó que el paro continuará en la industria petrolera.

UNOS 5.000 DESPIDOS

Los anuncios de vuelta al quehacer habitual que hicieron los bancos, universidades, restaurantes, franquicias, industrias y empresas medianas acabaron de hecho con una huelga cuya mayor fuerza residió en la paralización de Petróleos de Venezuela (Pdvsa). El Gobierno ha conseguido reactivar esa industria, cuya producción se acerca ya a la mitad, y ha despedido "por saboteadores" a unos 5.000 de los casi 38.000 empleados que tiene en total.

Pese a la precisión de que "continuará" el pulso petrolero, la decisión opositora de "evolucionar el paro" deja en el aire a los ejecutivos despedidos de Pdvsa. El más destacado, Juan Fernández, uno de los tres portavoces en los partes de guerra de la coordinadora, anunció que se mantendrá una "posición ciudadana muy firme en un marco de protesta ciudadana". Y apuntó: "Hay que mantenerse firme para aliviar la sensación de frustración de la gente".

El secretario de la Coordinadora Democrática, Jesús Torrealba, anunció que la huelga se levantaba menos en la industria del petróleo. Otros portavoces opositores matizaron sus palabras, negaron siquiera que el paro cívico pudiera replantearse y hablaron de una "fase superior" en la revuelta antichavista.

"GESTO DE BUENA VOLUNTAD"

El horario restringido, manifestó Alejandro Armas, representante de la oposición en la mesa de negociaciones, es sólo un "gesto de buena voluntad hacia el Grupo de Amigos en Venezuela".

Tras el fracaso de una huelga que pretendía derrocar a Chávez, la oposición se enfrenta hoy, por fin, a su otra reivindicación: la de contarse en las urnas. En un referendo alternativo que se ha bautizado como el firmazo, los escuálidos (opositores al presidente Chávez) rubricarán con una masiva recogida de firmas una batería de "instrumentos de participación popular" para reclamar una convocatoria de elecciones anticipadas. Tal y como comentaba ayer un analista, "el paro acaba con una firma".