El mejor bocado de la tarta nupcial de Carlos y Camilla Parker Bowles se lo puede llevar Tony Blair. El calendario de la boda real, el 8 de abril, cuadra asombrosamente con los planes electorales del primer ministro. Si las fechas no cambian, sólo tres días después del enlace, comenzará oficialmente la campaña electoral, que culminará en las urnas el 5 de mayo.

La coincidencia ha despertado ciertas suspicacias entre los conservadores, temerosos de que el líder laborista intente aprovecharse de cualquier efecto positivo del matrimonio principesco en la opinión pública. En la coincidencia de los dos acontecimientos hay "claramente una parte de manipulación para tratar de que Blair se beneficie del factor de optimismo", dijo al diario The Independent un miembro de la directiva conservadora.

Blair ha reconocido que supo hace tiempo del enlace, pero la mayoría de la clase política no está convencida de que, dada la polémica identidad de la novia y su escandaloso pasado en común con el novio, el acontecimiento vaya a aportar ninguna euforia popular a la campaña.

POCO ENTUSIASMO Eso mismo piensa Trevor Kavanagh, el editor político de The Sun , para quien "la teoría de una conspiración no se sostiene". "Mucha gente está en contra del matrimonio. Es visto como un indeciso cobarde, que nunca debe ser rey, y la mayoría de la gente acusa a Camilla de haber terminado con el matrimonio de Di Diana", escribía Kavanagh en la edición de ayer del diario. "La noticia --añadía-- ha barrido a los políticos de las portadas y ha eclipsado la conferencia laborista de primavera. Todos adoramos las bodas, pero hay muy poco entusiasmo por ésta".

¿La fecha de las elecciones? "No puedo decírsela, porque no la sé", respondió Blair ayer cuando le preguntaron por el día de los comicios. Oficialmente, la convocatoria no existe, lo que no impide al primer ministro haberse metido en campaña. Ayer realizó en helicóptero un periplo por Inglaterra, en el que desveló propósitos y eslóganes de lo que serán los pilares del mensaje laborista. La buena marcha de la economía, la lucha contra la delincuencia, el control de la inmigración y las mejoras en la sanidad y educación fueron los asuntos de los que habló Blair.

En el hospital de Kettering, junto al ministro de Sanidad, John Reid, aseguró que las listas de espera se reducirán de nueve a seis meses y, más tarde, para el 2008, a cuatro meses. De paso, en Warwick, acompañado por la ministra de Educación, Ruth Kelly, vinculada al Opus Dei, evocó un futuro mejor para los niños.

LABOR POLICIAL Más tarde, con el ministro de Interior, Charles Clarke, que le esperaba en Shipley, ofreció más dinero para la policía a fin de garantizar la seguridad ciudadana, una inquietud que cultivan con especial esmero los conservadores, tratando de arrancar votos al miedo.

La gira había comenzado muy de mañana con el ministro de Finanzas, Gordon Brown, en Londres, donde Blair prometió aumentar el salario mínimo y las ayudas para los que quieran comprar por primera vez una vivienda. "Queremos estar seguros de que la gente tiene la economía que necesitamos", declaró el primer ministro.

La jornada concluyó en la ciudad norteña de Gateshead, donde se celebra este fin de semana la conferencia de primavera del partido. La reunión intentará cerrar las fracturas abiertas por la guerra de Irak.