Más de ocho millones de húngaros están convocados hoy a las urnas para decidir si el actual primer ministro, el controvertido conservador nacionalista Viktor Orbán, obtiene el tercer mandato consecutivo al que aspira.

La campaña estuvo marcada por el populista mensaje del gobernante partido Fidesz contra el centralismo de la UE y contra refugiados musulmanes, a los que relaciona con el terrorismo.

Los sondeos coinciden en vaticinar que Orbán será elegido por tercera vez desde el 2010, pese a las numerosas críticas internas y externas de socavar la democracia y el Estado de derecho al intentar construir lo que él mismo llama una «democracia illiberal».

El primer ministro, quien hace años no participa en ningún debate con sus rivales, centró su estrategia en alertar de que sin su partido en el poder, Hungría se llenará de inmigrantes musulmanes que cambiarán la cultura del país, un tema en el que ha ahondado desde la llegada masiva de refugiados de Oriente Medio en el 2015.