Un total de 23 personas murieron ayer en la explosión de un coche bomba frente a una mezquita shií en Bagdad y en un tiroteo contra una panadería frecuentada por miembros de esta comunidad, lo que eleva a cerca de 90 la cifra de fallecidos en Irak desde el pasado jueves. Esta nueva escalada violenta contra los shiís, sin precedentes desde la celebración de las elecciones legislativas en Irak, coincidió con la visita sorpresa del secretario de Defensa estadounidense, Donald Rumsfeld, quién evocó la necesidad de que, en el futuro, las fuerzas de seguridad iraquís lleven el peso de la lucha contra Al Qaeda y la insurgencia.

La rama de Al Qaeda en Irak se atribuyó en un comunicado en internet el atentado, aunque precisó que su objetivo era una patrulla de la Guardia Nacional. Ambos atentados suceden mientras la comunidad shií se prepara para la Ashura , la conmemoración del martirio del imán Husein, nieto del profeta Mahoma.

El año pasado, 171 personas perdieron la vida en Irak en una cadena de ataques suicida coordinados en Kerbala y Bagdad. El Gobierno de Irak planea cerrar sus fronteras para evitar una incontrolable congregación de peregrinos desde países con presencia shií, en particular Irán y Pakistán. En Mosul (norte del país), el secretario de Defensa estadounidense aterrizó para una visita sorpresa al país árabe