Agobiado por las presiones internas y externas, el presidente de Pakistán, el general Pervez Musharraf, movió ayer ficha y anunció que las elecciones parlamentarias se celebrarán antes del 9 de enero. Aunque, eso sí, bajo el estado de excepción, que a su juicio garantiza unos comicios "justos y transparentes". Tanto la líder opositora, Benazir Bhutto, como Washington calificaron el anuncio de "paso positivo". Musharraf renuncia así a retrasar las elecciones, pero no a mantener amarrada la situación mediante el estado de excepción, en vigor desde el día 3 y para cuyo levantamiento "no hay una fecha límite", afirmó. El presidente aseguró que proclamarlo fue "la decisión más difícil" de su vida, pero que "ha contribuido a mejorar el mantenimiento de la ley y el orden y a luchar contra el terrorismo". Aunque lo cierto es que lo ha usado para machacar a la oposición, a los sectores críticos de la judicatura y a la prensa independiente, con miles de detenciones.

CONFIRMACION PENDIENTE El general reiteró, asimismo, que dejará la jefatura del Ejército, pero solo cuando se haya confirmado su reelección como presidente. El Parlamento revalidó su mandato el 6 de octubre, pero sigue pendiente de confirmación por el Tribunal Supremo.

Ese es uno de los factores que desataron la crisis política, el estado de excepción y la destitución del presidente del Supremo, Iftijar Chaudry, gran rival político de Musharraf.