En medio de una gran tensión social y política, Pakistán enterró ayer al gobernador de la provincia oriental de Punyab, asesinado el martes por su oposición al fanatismo islamista. Salman Tasir recibió sepultura en Lahore, en un funeral de Estado bajo extremas medidas de seguridad y retransmitido en directo por televisión. El atentado que acabó con su vida, el peor crimen político desde el asesinato en el 2007 de la exprimera ministra Benazir Bhutto, ha sacudido al país y ha revelado el dramático auge del integrismo islámico.

En Lahore, miles de simpatizantes con banderas de la formación de Tasir, el Partido Popular de Pakistán (PPP), se concentraron en las afueras de su residencia para darle el último adiós. El primer ministro, Yusuf Razá Guilani, el jefe de la diplomacia, Shah Mehmud Qureshi, y el titular de Interior, Rehman Malik, todos del PPP, se confundieron entre la multitud a la espera de que el cadáver llegara en helicóptero. Al cementerio solo pudieron acceder la cúpula política y familiares de Tasir, que rompieron a llorar ante el sepulcro. Durante el funeral, se extremaron las medidas de seguridad y cerraron muchos comercios.