Las fuerzas especiales paquistanís lograron ayer poner punto y final al secuestro de 42 personas que estaban en manos de un grupo de talibanes. La acción tuvo lugar en un edificio del cuartel general del Ejército paquistaní en Rawalpindi, que el día anterior había sido atacado por los insurgentes. La liberación de rehenes se saldó con la muerte de nueves personas: tres rehenes, dos militares y cuatro extremistas islámicos.

La operación de rescate se puso en marcha al alba, justo antes de que los almuédanos llamaran a la primera oración del día. "Los rehenes estaban en una habitación con terroristas que vestían chalecos con explosivos", explicó ayer el portavoz de los militares paquistanís, el general Athar Abbás. "Los comandos actuaron con rapidez y abatieron a los terroristas antes de que pudieran accionar los explosivos", añadió.

En total, eran cinco los terroristas que retenían a los secuestrados, y de todos ellos solo uno logró sobrevivir al asalto, aunque herido. Se trata de Aqeel, alias Usman, al que se considera el cabecilla del grupo que atacó el sábado el cuartel general del Ejército y del que se sospecha dirigió el atentado contra el equipo de crícket de Sri Lanka en Lahore el pasado mes de marzo.

CAPACIDAD OFENSIVA En el ataque del sábado, llevado a cabo por una docena de talibanes, murieron cuatro terroristas y seis militares, entre ellos un general y un coronel. Seis de los terroristas lograron escapar y protegerse en el edificio de los servicios secretos del Ejército y retener hasta ayer a los 42 rehenes.

Los incidentes de este fin de semana ponen de manifiesto la capacidad ofensiva de los talibanes, lo que preocupa a EEUU, que teme la desestabilización del Estado paquistaní, vecino de Afganistán y único musulmán dotado con la bomba atómica.