Todo parece valer en la llamada "guerra contra el terrorismo". En Afganistán, en Irak, en Guantánamo y, por supuesto, en Palestina, donde la última gran operación militar israelí en Rafah y su campo de refugiados, situados al sur de la franja de Gaza, se parece cada vez más a una operación de castigo contra la población. Los palestinos acusaron ayer al Ejército israelí de haber destruido más de 40 casas en la zona, mientras que los militares sólo pueden mostrar ahora como fruto de la incursión el descubrimiento de tres túneles de contrabando de armas.

La operación Tratamiento de raíz vivió ayer su segunda jornada, que se cerró con la muerte de un palestino de 19 años en enfrentamientos con los soldados israelís. Son ya ocho los muertos en dos días, además de más de medio centenar de heridos. Pero los testimonios que llegan de la situación de la población civil en la zona empiezan a alarmar si cabe aún más que el recuento de víctimas.

EL GOBERNADOR

"El Ejército ha destruido 44 casas desde el inicio de la operación", declaró ayer Majd al Ara, el gobernador de Rafah. Otras fuentes palestinas hablaban de entre 10 y 30 hogares. Cifras todas ellas que superan de largo los tres túneles que el Ejército dice haber descubierto. La incursión tiene como objetivo destruir los túneles por los que las facciones armadas introducen armas desde Egipto.

Israel afirma que estos túneles están escondidos en casas particulares, de ahí la justificación de la destrucción de los hogares. Los militares sólo admitieron haber destruido cinco edificios inacabados adyacentes a las casas donde estaban los tres túneles.

Sus argumentos son difíciles de sostener, y más si se tiene en cuenta que en Rafah y su campo de refugiados llueve sobre mojado en lo que a destrucción de casas se refiere, ya que es una de las zonas más castigadas de los territorios ocupados. Según datos del Ministerio de Vivienda de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), desde el 29 de septiembre del 2000 hasta febrero de este año sólo en Rafah el Ejército israelí destruyó total o parcialmente 1.087 casas, lo que dejó sin hogar a 9.064 personas de las 150.000 que viven en esta zona fronteriza con Egipto.

Al Ara afirmó que la ciudad y el campo de refugiados se han convertido en una zona catastrófica y denunció que no hay electricidad desde el inicio de la operación. Testigos presenciales narraron que los tanques cierran todas las salidas y que los soldados abren fuego de forma indiscriminada. Los francotiradores se han instalado en los tejados de edificios y la destrucción de casas se lleva a cabo con helicópteros, tanques y excavadoras.

Según fuentes palestinas, una zona de cultivos ha sido arrasada y 30 familias se han refugiado en la biblioteca municipal. Fuentes israelís insistían ayer en que no hay fecha para el fin de la operación, una de las más importantes del Ejército en la franja de Gaza durante los tres años de Intifada.

PROBLEMAS EN LA ANP

Mientras, en Ramala el presidente palestino, Yasir Arafat, y su primer ministro, Ahmed Qurei, alias Abu Ala, llegaron a un principio de acuerdo para cerrar la crisis política de la ANP que llevó a Abu Ala a amenazar con dimitir. Según Nabil Abu Rudeina, consejero de Arafat, los dos políticos decidieron nombrar ministro del Interior a Naser Yusuf, aunque no trascendió cuáles serán sus competencias.