El derecho al retorno de todos los palestinos y de sus descendientes a la tierra de la que fueron expulsados y la defensa de Jerusalén como capital palestina centraron este fin de semana, en Barcelona, las sesiones del congreso fundacional de las comunidades y asociaciones de la diáspora en Europa. Los asistentes exigieron su derecho a ser escuchados y decidieron organizarse para tomar parte, democráticamente, en las decisiones que afectan a su futuro y al de sus familias. Para quienes trataron de boicotear un encuentro, la presencia de Faruk Kadumi, el imán de la mezquita de Al Aqsa y del patriarca ortodoxo de Jerusalén, Attaleh Khana, dio contenido y legitimidad a la cita.

Unos dos centenares de palestinos, entre ellos destacados dirigentes y algunas mujeres, manifestaron su voluntad de elaborar una Declaración de Barcelona sobre la cuestión palestina y de organizarse en un lobi sobre el futuro de su país, del que hoy están excluidos. El vicepresidente del Consejo Nacional Palestino, Taiser Quba´a, recordó a los asistentes al acto que son "los verdaderos embajadores del pueblo palestino luchador"."Sois nuestra reserva estratégica", ya que "toda nuestra lucha parte del derecho de retorno", dijo.

BAJO EL SOMBRERO DE LA OLP El presidente de la comisión preparatoria del congreso, Radi M. Shuaibi, se refirió a la OLP como "el sombrero bajo el cual nos protegemos", y defendió el histórico organismo como el marco necesario para encuadrar las futuras actividades de la diáspora. Refiriéndose a los que se rindieron al renunciar a las reivindicaciones históricas, les criticó por venderse "a un precio muy barato", y habló de Kadumi como "nuestro líder".

El jeque Ekrima Sabri, imán de la mezquita de Al Aqsa, sugirió que se debería "prohibir la compensación" que Israel otorga a los palestinos exiliados que renuncian a su derecho de volver. Mientras el arzobispo Theodosios aludió a que el que "renuncia solo se representa a sí mismo, aunque tenga otros títulos".

UN RABINO NO SIONISTA La nota inesperada fue la presencia del rabino Moishe Arye Friedmann, quien en nombre de los judíos no sionistas de Austria (contrarios por razones religiosas al Estado de Israel) criticó la pasividad europea en el apoyo a los problemas de la diáspora y reivindicó una Jerusalén consagrada a las tres religiones.