Frente al muro de ocho metros de alto a escasos metros de las viviendas, el alcalde de Qalqilia, Maarouf Zahran, ironiza: "Destruir la economía, confiscar tierras... Todo es para que haya paz". La construcción de lo que Israel denomina el muro de seguridad amenaza con ahogar económicamente a los palestinos y con crear un sistema de guetos que los impulsores de la Campaña del Muro del Apartheid comparan con el sistema segregacionista surafricano.

En Qalqilia, Tulkarem y Yenín se ha empezado a construir el muro, que todo el espectro político israelí defiende como un sistema para evitar "infiltraciones de terroristas". Teóricamente, el muro debería seguir la Línea Verde --la frontera imaginaria que separa Israel de Cisjordania--, pero la Campaña denuncia que el muro toma tierras palestinas. Esto implica la confiscación y destrucción de tierras, un gravísimo daño para una economía agrícola.

"El muro no se construye por seguridad, sino para anexionar tierras. Es una especie de limpieza étnica ", denuncia Abdulatif Jaled, del centro de la Campaña en Yayus, cerca de Qalqilia.