Mientras el jefe desapareció del ojo público para preparar el debate presidencial que le enfrentará a Barack Obama y con el reto de reemerger en Nashville, el peso de la campaña republicana recayó en la gobernadora de Alaska, Sarah Palin, con un objetivo muy claro: aprovechar su tirón popular entre los conservadores para recuperar los estados clave que las encuestas indican que ahora están en manos del demócrata Obama. Así, Palin se ha centrado estos días en recorrer el estado de Florida, que votó a George Bush en las elecciones del 2000 y del 2004, y sin el cual la victoria el próximo mes de noviembre es muy complicada.

Se trata de una Palin cómoda, que demuestra que ha salido reforzada de su debate con el número dos demócrata, Joe Biden, y que es recibida en sus actos entre multitudes rendidas a su populismo made in Alaska. También es una Palin fiel al papel agresivo que suelen jugar los números dos de los tickets presidenciales, que carga con dureza contra Obama, al que vincula sin descanso al grupo radical izquierdista de los 70 Weather Underground.

OTRA AMERICA "Me temo que Obama es un hombre que no ve América de la forma que la vemos vosotros y yo", dijo Palin en la localidad de Clearwater --un bastión republicano-- ante 5.000 personas. "¿Os creéis que Obama no sabe que lanzó su carrera política en la sala de estar de un terrorista?", se preguntó ayer en un mitin, en referencia a los vínculos del demócrata con Bill Ayers, cofundador de la Weather Underground.

La base conservadora, que siempre ha sido reticente a McCain como candidato a la Casa Blanca, adora, en cambio, a la gobernadora de Alaska, de ahí que el papel de esta sea clave para reconquistar los estados que ahora parecen inclinarse por Obama. Entre estos votantes, las críticas a la superficialidad del discurso de Palin y su inexperiencia no calan. Para ellos, Palin es una más, y muy conservadora, y este populismo identificativo suele funcionarles muy bien electoralmente a los republicanos.