El papa Juan Pablo II recuperó ayer el vigor, mantuvo el ritmo previsto, "sin apenas retrasos", del programa en su segunda jornada de visita a Eslovaquia y disipó así, en parte, los temores que sobre su estado de salud se suscitaron el día anterior ante las muestras de debilidad que dio.

Más fresco y atento, el Pontífice tuvo suficiente ánimo para leer parte de la homilía ante unos 100.00 feligreses, que se congregaron en Banska Bystrica.

Juan Pablo II tuvo palabras de aliento para las víctimas del pasado comunista de Eslovaquia y les instó a "hacerle un lugar a Dios". El Papa denunció "el intento de profanar la preciosa herencia perpetrada por un oscuro régimen desde tiempos muy lejanos".

Pese a su mejora, Juan Pablo II cedió el peso de la homilía al obispo Rudolf Balaz, que le elogió por haber mantenido la visita a Eslovaquia, que cerrará mañana.

El Papa conjuró los rumores desatados sobre su precaria salud después de que tardara más de 20 minutos en bajar del avión. El Pontífice, de 83 años, tuvo que ser llevado de urgencia a una estancia en la catedral de Trnava.

Fuentes del Vaticano, ante la frágil salud del Papa, aseguraron el jueves que el viaje a Eslovaquia, el número 102 en 25 años de pontificado, podría ser el último. Ante la milagrosa recuperación, el portavoz de la Santa Sede, Joaquín Navarro-Valls se apresuró ayer mismo a desdecirse y mencionó la posibilidad de que la visita a Eslovaquia no sea la última que realiza el Papa al extranjero.