El papa Benedicto XVI dedicó ayer unas duras palabras a la Unión Europa (UE) con motivo del 50º aniversario del Tratado de Roma, por la ausencia de una mención a Dios en la Declaración de Berlín que hoy adoptarán los Veintisiete. El Pontífice afirmó que intentar construir una "casa común europea" que no tenga en cuenta las raíces cristianas del continente constituye una "singular forma de apostasía" que la induce a "dudar de su propia identidad".

Recibiendo a los participantes de un simposio organizado por la conferencia Episcopal Europea (Comece), Ratzinger usó la dura expresión de apostasía tras explicar que "la identidad histórica, cultural y moral de Europa, antes aún de ser geográfica, económica y política, es una identidad construida por un conjunto de valores universales que el cristianismo ha contribuido a forjar, adquiriendo de esta manera un papel no solo histórico, sino fundacional de Europa". ¿Cómo se puede excluir, pues, un elemento esencial de la identidad europea?", se preguntó.

Benedicto XVI también arremetió contra el pragmatismo de los dirigentes de la Unión Europea y alentó a los católicos "a contribuir a edificar, con la ayuda de Dios, una nueva Europa, realista y no cínica, rica de ideales y libre de ingenuas ilusiones, inspirada en la perenne verdad del Evangelio".