Al menos 10 personas fueron asesinadas el domingo durante varios ataques atribuidos a fuerzas paramilitares y de la policía nacional en Nicaragua. La ola de violencia se concentró en Masaya, cuna de la Revolución de 1979, a unos 30 kilómetros de Managua.

De acuerdo con la Asociación Nicaragüense Pro Derechos Humanos (Anpdh), seis de los muertos son civiles, entre ellos dos menores de edad. Cuatro policías antidisturbios perdieron la vida. Daniel Ortega, hermano de uno de los héroes del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) es equiparado por una nueva generación de opositores con el mismo Somoza, dictador los sandinistas. Y por eso le reclaman que se vaya o adelante las elecciones.

De acuerdo con El Nuevo Diario, Masayase vio alterada por la presencia «civiles armados y encapuchados que se mueven en motos y camionetas sin placas, protegidos y escoltados por la Policía Nacional o como refuerzos de esta». Todos, según la publicación, tienen un rasgo que los identifica: su «comportamiento criminal». Disparan en los barrios «sin contemplaciones» y secuestran a jóvenes «que después aparecen en cárceles», abandonados en áreas públicas «con señales de torturas» o «muertos en morgues».

La llamada Operación Limpieza, que el presidente Ortega y su esposa y copresidenta Rosario Murillo, consideran un acto en legítima defensa frente al «terrorismo», se conoce pocos días después de que la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) redactara un informe lapidario sobre lo que ocurre en Nicaragua. La CIDH le exigió a Ortega «desmantelar los grupos parapoliciales y garantizar el derecho de los ciudadanos a protestar de forma pacífica».

Antes de que Masaya se viera sacudida otra vez por el terror, la misma CIDH había contabilizado 264 asesinatos y 1800 heridos en ese país centroamericano. Para la Asociación Nicaragüense Pro Derechos Humanos (ANPDH) los decesos llegan a 351.