Más de ocho millones de húngaros están convocados este domingo a las urnas para decidir si el actual primer ministro, el controvertido conservador nacionalista Viktor Orbán, obtiene el tercer mandato consecutivo al que aspira. La campaña de estas elecciones legislativas ha estado marcada por el populista mensaje del gobernante partido Fidesz contra el centralismo de la UE y contra refugiados musulmanes, a los que relaciona con el terrorismo.

Los sondeos coinciden en vaticinar que Orbán será elegido por tercera vez desde 2010, pese a las críticas de socavar la democracia y el Estado de derecho al intentar construir lo que él mismo llama una "democracia iliberal". El primer ministro, quien hace años no participa en ningún debate con sus rivales, centró su estrategia en alertar de que sin su partido en el poder, Hungría se llenará de inmigrantes musulmanes que cambiarán la cultura del país, un tema en el que ha ahondado desde la llegada masiva de refugiados de Oriente Medio en 2015.

UN MILLÓN DE EXTRANJEROS

Además, ha encontrado en el multimillonario estadounidense de origen húngaro George Soros, un filántropo liberal su enemigo número uno, al que acusa de una confabulación con la Comisión Europea para traer a Europa a un millón de extranjeros cada año. "Bruselas realiza el plan Soros", ha dicho el jefe de Gobierno en alusión a un supuesto "plan", inexistente en realidad, mientras una campaña del Fidesz llenó las calles con carteles contra el magnate liberal y de origen judío.

Durante la campaña Orbán ha defendidio una Hungría "nacional y cristiana". Según los analistas, el objetivo de su estrategia es explotar los miedos y sentimientos nacionalistas de la población, y distraer así de los casos de corrupción y malversación. Varios supuestos escándalos, que salpican al círculo más cercano del primer ministro, fueron revelados en los últimos días de campaña por un diario controlado por el empresario Lajos Simicska, antiguo aliado y ahora enemigo político de Orbán. Pese a ello, los últimos sondeos dan una clara ventaja al Fidesz, con una intención del voto del 45 %.

SORPRESA REAL

En segundo lugar, con cerca del 20 %, quedaría la extrema derecha del Jobbik, seguida de cerca por la alianza del Partido Socialista (MSZP) y el centro-izquierdista Párbeszéd ("Diálogo"), con el 19 %. La izquierdista Coalición Democrática y los ecologistas del LMP obtendrían cerca del 7 % cada uno.

A pesar de su división, la oposición sueña con sorprender a Orbán en estas elecciones. Para hacer real esa sorpresa, los opositores progresistas se han lanzado, a último momento, a una difícil coordinación para que en muchas circunscripciones los candidatos oficialista se enfrenten a un rival opositor con amplio apoyo. El trasfondo es la ley electoral húngara, cambiada por Orban en favor del Fidesz, que combina un sistema mayoritario con uno representativo para otorgar los escaños. Según los analistas, con una participación superior al 70 % la oposición podría tener algunas posibilidades de derrotar a Orbán.