El Partido Demócrata (PD) italiano superó ayer sus divisiones internas al acordar unánimemente una negativa a abrir una negociación para formar Gobierno junto al Movimiento 5 Estrellas (M5S), ganador de las elecciones del pasado 4 de marzo.

Dos meses después de aquellos comicios generales en los que nadie obtuvo una mayoría, el bloqueo prosigue en Italia y el jefe del Estado, Sergio Mattarella, convocó una nueva ronda de consultas con los partidos el próximo lunes para tratar de formar un Ejecutivo.

Toda la atención estuvo puesta en la jornada de ayer en la Ejecutiva en la que el PD (centroizquierda) debía decidir si iniciar una negociación para apoyar un Gobierno del M5S, que ya fracasó en su intento previo con la ultraderechista Liga Norte (LN), y la respuesta fue «no».

La reunión de la Ejecutiva llegó tras varios días de polémica sobre la influencia del exsecretario general Matteo Renzi, tras su participación en un programa televisivo en el que el pasado domingo avanzó su deseo de que el PD diera la espalda al M5S.

Renzi opinó entonces que el PD debía hacer oposición y retó a los ganadores, el M5S y la coalición de derechas, a gobernar o a permitir un Ejecutivo temporal mientras el nuevo Parlamento reforma la ley electoral para permitir un diferente reparto de escaños.

Sus palabras fueron entendidas como un mensaje para el centenar de miembros de la Ejecutiva que aún le son leales y algunos de los partidarios del PD de pactar con el M5S para impedir la llegada de la derecha al Gobierno criticaron su enorme influencia.

refundación / Sin embargo, el secretario general interino, Maurizio Martina, que sucedió a Renzi tras su dimisión por el varapalo electoral, habló ante sus correligionarios para pedir una refundación del partido y, sobre todo, para descartar un apoyo al líder del M5S, Luigi di Maio.

Sentó además las bases de la tregua en el PD, marcado por la división en los últimos años, al afirmar que la posibilidad de negociar con el M5S es «un capítulo cerrado» y al descartar cualquier pacto con la coalición de derechas, capitaneada por la LN de Matteo Salvini.

Martina, por otro lado, solicitó el apoyo de sus compañeros de filas para guiar el partido hasta que se convoque un congreso que elija un nuevo líder, un periodo en el que la formación deberá analizar en profundidad las causas de sus múltiples males.

Mientras, para poner orden entre las filas del PD, dijo «basta con la lógica del amigo y enemigo en nuestra casa», en alusión a las múltiples corrientes que componen esta formación socialdemócrata y que chocan con frecuencia entre sí.

Para saber si la Ejecutiva estaba a favor de sus planteamientos se sometió a voto el discurso de Martina, que finalmente fue aprobado por unanimidad por sus 214 integrantes, entre ellos el propio Renzi.

Tras su aprobación, el primer ministro, Paolo Gentiloni, del PD, celebró en Twitter la unidad de su partido: «La Ejecutiva fue unánime en la confianza a Martina. Más fuerza al PD para afrontar los episodios difíciles de las próximas semanas», escribió.

Durante la reunión, a puerta cerrada, uno de los líderes del PD, Dario Franceschini, ministro de Cultura en funciones y favorable al diálogo, vaticinó que, en un sistema tripartito como el actual, pactar con el M5S será «inevitable» en un futuro.

Otra de las voces discrepantes en el seno de los demócratas, Andrea Orlando, ministro de Justicia en funciones, advirtió durante el encuentro que «esta es la última posibilidad para una verdadera unidad porque, con un doble mando, se corre el riesgo de naufragar», según informaron los medios.

Tras la Ejecutiva del PD, el líder del M5S, Di Maio, ha vuelto a quedarse sin opciones de alcanzar el Gobierno, después de no lograr el apoyo de un Salvini que no quiso romper con el líder de Forza Italia, Silvio Berlusconi, como le exigía la formación «anticasta».

Mattarella volverá a recibir el lunes en su despacho del romano Palacio del Quirinal, sede de la Jefatura del Estado, a los partidos, mientras desde el M5S, conscientes del «no» a izquierda y derecha, ya reclaman nuevas elecciones «cuanto antes».

Aunque Salvini parece dispuesto a proponerse ante Mattarella para un Gobierno en minoría al que le bastaría la abstención de unos 50 senadores y una veintena de diputados, según explican los medios locales.