En una pared ocre --como lo son todas en El Aaiún-- se pueden ver desde la madrugada del pasado domingo unas manchas oscuras. "Mira, fue aquí", insisten varios vecinos del barrio de Dchera. Según su testimonio, ante aquella pared acabó la huida de Hamdi Lambarki, la primera víctima mortal de las protestas que sacuden el Sáhara Occidental, y considerado ya por los saharauis el primer mártir de su Intifada .

Estamos a escasamente cien metros de la avenida de Smara, el escenario de la manifestación de aquella noche. "El chico corría junto a otros tres, y un todoterreno de los GUS Grupos Urbanos de Seguridad, un cuerpo policial marroquí les perseguía. El coche le alcanzó y le hizo caer, y los policías se lanzaron sobre él. Le pegaban como si estuvieran derribando una pared", explica Najat. Ella y su marido salieron al balcón al oír los gritos. Algunos vecinos bajaron a la calle, pero habían llegado más vehículos policiales y los agentes formaron un cordón mientras otros se sumaban a la agresión. "Eran más de 10 pegándole, con porras y bastones. De vez en cuando le levantaban y le lanzaban contra la pared. Oí cómo uno de ellos gritaba: ´Pegadle en la cabeza, en la cabeza´", cuenta Najat.

"Le estuvieron golpeando durante más de un cuarto de hora", dice Najat. Finalmente, dejaron al chico "tirado en la calle". "Sangraba por la boca, la nariz y los oídos", recuerda. Los vecinos le recogieron, lo metieron en una casa y llamaron a una ambulancia que nunca llegaría. Llamaron también a las autoridades del distrito, que tampoco actuaron. "Al final paramos un coche y los chicos que iban en él aceptaron llevarlo al hospital", aseguran.

Pero eso no fue todo. "La policía los interceptó y se llevó a los dos chicos a la Gendarmería, mientras el herido seguía en el coche", afirman. En la comisaría, los dos jóvenes fueron golpeados y "se les dijo que iban a ser declarados responsables de la muerte", siempre según la versión de los vecinos. Hamdi llegó en coma al Hospital Belmehdi, donde fue operado y falleció poco después.

Salka, una joven que vive en la misma calle, fue quien avisó a la familia. Ella acompañó a la madre al hospital y por el camino vieron el Renault 12 donde estaba Hamdi, pero la policía no les dejó acercarse: "Nos dijeron que era otro coche y que lo habían parado por una infracción de tráfico". Salka tiene la parte derecha de la cara hinchada. Dice que recibió ese golpe --y otros-- al ir a dar el pésame a la familia. "La policía la emprendió a porrazos con un chico y con quienes intentamos defenderle. Fui al hospital y no me quisieron atender", denuncia.

Una familia destrozada

La casa de los Lambarki está inundada de dolor. Aún hoy, tres días después, sigue acudiendo gente a dar el pésame a una familia hundida. Fátima, la madre, no se ve con fuerzas para atender a la prensa. Salek, el padre, no tiene palabras para expresar lo que siente. Son su tío Mohamed y Brahim, un amigo íntimo, los que hablan de "esta terrible injusticia". Hamdi tenía 31 años, era el mayor de ocho hermanos y trabajaba en lo que le salía, a veces de albañil, otras instalando antenas. Su actividad política se limitaba a ir a manifestaciones. "Hemos perdido a un ser muy querido. Si esa gente lo hubiera conocido, no le habría hecho esto. Hamdi vivirá siempre en nuestros corazones", dice Brahim.

El cuerpo de Hamdi Lambarki sigue en la morgue del hospital. La familia no quiere hacerse cargo de él hasta que las autoridades admitan su responsabilidad. De momento no hay informe oficial ni autopsia. La versión oficial es que fue alcanzado por una piedra lanzada por los manifestantes.