El menhir , como se conoce a Jean-Marie Le Pen en los círculos políticos de la extrema derecha, cumplió ayer con su promesa de jubilarse para ceder la presidencia del partido que ha encarnado durante casi 40 años, el Frente Nacional (FN), a una nueva generación. Todo queda en familia. Sin sorpresas, su hija Marine Le Pen, de 42 años, se erigió en vencedora de la batalla interna por hacerse con el liderazgo de la formación de ultraderecha frente a Bruno Gollnisch, de 60 años. La mayoría de los 24.000 militantes han optado por la benjamina del clan y su imagen moderna y "desdiabolizadora" de la formación, ante el estilo más clásico de Le Pen.

Marine será entronizada hoy en la clausura del congreso del FN, que se celebra en Tours. Pero ayer, el protagonista del cónclave fue su padre. A los 82 años, Le Pen se despidió con un largo discurso, de más de una hora, en el que afirmó no arrepentirse de nada. Ni de sus excesos verbales, ni de su beligerante apuesta ideológica, incluidos los escándalos judiciales.

A su juicio, sus declaraciones sobre los hornos crematorios de los campos de exterminio nazis, que calificó de "detalle" de la historia de la segunda guerra mundial, sus palabras sobre la desigualdad entre las razas o sobre la existencia de "demasiados negros" en la selección francesa de fútbol han sido "desviadas" de su sentido real. Le Pen se consideró víctima de una manipulación para "ser juzgado por blasfemia y brujería" por negarse a aceptar "la dictadura de la policía del pensamiento".

LA "INVASION" INMIGRANTE Según el líder de la ultraderecha, en los últimos 50 años nada bueno ha sucedido en una Francia marcada por el declive. Y la razón de esta decadencia es la inmigración. "Los inmigrantes se han convertido en invasores, los 10 millones que hay en Francia han hecho que la solidaridad deje paso al individualismo y al repliegue de las comunidades sobre sí mismas", clamó ante los 2.000 delegados reunidos en el congreso. También fustigó a los "islamistas", a los que acusó de querer "imponer la sharia (la ley islámica) en Francia, ocupando las calles con toda impunidad".

Mientras tanto, en las calles de Tours, unas 1.500 personas se manifestaron para expresar su rechazo a las ideas del partido de ultraderecha. No obstante, según las encuestas, estas ideas cuentan cada día con más simpatizantes. Uno de cada cinco franceses, el 22%, se declara próximo al ideario del FN, porcentaje que a principios del 2010 era del 18%.