Después de pasar 12 semanas en la cárcel por negarse a revelar su fuente, la periodista Judith Miller, de The New York Times , confirmó ayer que accedió a romper su silencio cuando esa fuente le dijo personalmente, por teléfono, que "verdaderamente quería que yo testificara". Miller, que salió de prisión el jueves, declaró durante casi cinco horas ante el gran jurado que investiga en Washington si los colaboradores del presidente de EEUU, George Bush, revelaron en el 2003 la identidad secreta de la agente de la CIA Valerie Plame, para castigar a su esposo, el exembajador Joseph Wilson, por oponerse a la guerra de Irak.

"Yo era una periodista que hacía su trabajo", explicó Miller. Cansada pero satisfecha por su liberación, la reportera recalcó que "hubiera pasado más tiempo" en la prisión federal de Alexandria (Virginia) si hubiera sido necesario para proteger a su fuente, que resultó ser Lewis Libby, jefe de Gabinete del vicepresidente Richard Cheney.

DOCUMENTO LEGAL El abogado de Libby explicó que su cliente había liberado de su compromiso a Miller hacía más de un año, con un documento legal. Sin embargo, la periodista quería una comprobación más personal de ese permiso. Por ello, sólo cuando Libby le envió una carta a la prisión y después la llamó para liberarla de su compromiso, Miller se sintió libre para romper su silencio. No obstante, se decidió a hacerlo cuando el fiscal independiente, Patrick Fitzgerald, que dirige la investigación, aceptó que su testimonio se limitase a su conversación con Libby.

Tras la declaración de Miller, el fiscal Fitzgerald podría anunciar pronto varios procesamientos, como resultado de sus dos años de investigación sobre quién filtró la identidad de la agente secreta, un delito en EEUU si se hace a sabiendas. Entre los implicados en este caso están el principal gurú político de Bush, Karl Rove, y el propio Libby, quienes hablaron con la prensa sobre Plame. Ambos mantienen que no violaron la ley al hablar de la agente.

ARTICULO DE NOVAK Su identidad se hizo pública el 14 de julio del 2003, en un artículo del columnista Robert Novak que apareció poco después de que el marido de Plame, el diplomático Joseph Wilson, refutase, en The New York Times , la afirmación de Bush de que Sadam Husein intentó adquirir uranio en Níger para fabricar un arma atómica. Wilson acusó a la Casa Blanca de filtrar la identidad de su esposa como represalia a su posición, y apuntó hacia Libby y Rove como posibles autores de la filtración.

Pero Bush cerró filas en torno a sus colaboradores a pesar de declarar que "quiere llegar hasta el fondo", como dijo ayer su portavoz, Scott McClellan.

Aunque Miller no llegó en ningún momento a escribir sobre este escándalo, fue la única que acabó en prisión para proteger la confidencialidad de las fuentes que le hablaron del tema. Otros periodistas que sí escribieron sobre la filtración evitaron este castigo, como Matthew Cooper, de Newsweek , y el propio Novak. Cooper, que dijo haber hablado con Rove y Libby de Valerie Plame, accedió a testificar tras recibir permiso de sus fuentes, mientras que Novak ha cooperado con los fiscales.