El dictador Augusto Pinochet evolucionaba ayer de manera "satisfactoria" aunque se mantenía su "estado crítico" tras sufrir un infarto de miocardio y un edema pulmonar. Y mientras era visitado en el Hospital Militar por el arzobispo de Santiago, Francisco Javier Errázuriz, que llamó a orar por su salud porque "todos somos hijos del perdón de Dios", la defensa de Pinochet obtenía su libertad provisional en una causa por el asesinato de dos opositores.

"El general sigue con riesgo vital", dijo ayer el jefe del equipo médico a su cargo, Juan Ignacio Vergara. Pinochet "durmió bien" pero hay que esperar 48 horas para ver si sale de su estado crítico.

Mientras, continuaba un silencioso debate sobre la actitud que debería tomar el Gobierno en el caso de muerte. Cuando era candidata, la actual presidenta chilena, Michelle Bachelet, dijo que la "violentaría" asistir a un funeral de Pinochet. El líder de su partido, el socialista Camilo Escalona, consideró que "no corresponden" homenajes estatales por el "carácter ilegítimo" de la dictadura. Pero el jefe del Ejército, Oscar Izurieta, dijo que si Pinochet no es condenado, recibirá honores como jefe del Ejército.