La posibilidad de que un avión de pasajeros sufra un ataque terrorista con misiles portátiles tierra-aire, mientras despega o aterriza, ha empujado a EEUU a invertir 120 millones de dólares (95 millones de euros o 15.800 millones de pesetas) en un sistema de defensa antimisiles para los 6.800 aparatos de su flota aérea comercial, que se probará este año. "Es uno de los mayores peligros aéreos a los que nos enfrentamos", dice el senador demócrata Charles Schummer.

Según adelantó ayer The New York Times , las pruebas del sistema antimisiles se harán en la base aérea de Fort Worth (Tejas) con tres aviones comerciales, incluyendo un Boeing 767 similar a uno de los que impactaron en las Torres Gemelas de Nueva York el 11-S. Se trata de sensores en la panza del avión, que detectan misiles tierra-aire guiados por calor y disparados en un radio de 80 kilómetros. El aparato repele al misil con rayos láser infrarrojos.