El resultado de las elecciones alemanas introduce un elemento perturbador en los planes europeos de Emmanuel Macron. Las arduas negociaciones que le esperan a Angela Merkel para formar una coalición de gobierno con los liberales euroescépticos del FPD y la entrada en el Bundestag de la extrema derecha no son buenas noticias para París. La cancillera alemana podría verse obligada a revisar a la baja su apoyo al presidente francés.

Pese a todo, Macron realizó ayer una audaz apuesta sin especular sobre las posibles líneas rojas de Berlín a una mayor dosis de integración. El presidente francés quiere una Europa más soberana, más unida y más democrática.

Una Europa que se construya escuchando a los ciudadanos. Una Europa ambiciosa que no busque refugio en los nacionalismos para superar los desafíos de la mundialización. «El nacionalismo, el identitarismo, el proteccionismo, encendieron las brasas en las que Europa pudo perecer. Han vuelto con ropa nueva», alertó Macron.

El presidente francés expuso en el anfiteatro de la prestigiosa universidad parisina de la Sorbona las grandes líneas maestras de su plan para refundar la Unión Europea. Fue un discurso enérgico que se extendió por algo más de una hora, muy aplaudido, pronunciado ante un grupo de estudiantes franceses y extranjeros que comenzó con un diagnóstico. «La Europa actual es demasiado débil, demasiado lenta, demasiado ineficaz, pero sólo Europa no permitirá enfrentarnos a los grandes desafíos contemporáneos».

Macron, que durante la campaña de las elecciones presidenciales del pasado mes de abril hizo del europeísmo su principal bandera frente a las recetas eurófobas propuestas por su principal rival en las urnas, la ultraderechista Marine Le Pen, convirtió la hoja de ruta de la transformación europea en un decidido alegato contra el euroescepticismo.

Lanzó un reto a sus socios europeos para engrasar en una década la vieja maquinaria comunitaria y puso sobre la mesa un método y numerosas propuestas estructuradas en torno a cinco grandes temas: defensa, inmigración, revolución digital, política comercial y refuerzo de la zona euro. Macron aspira a tener preparada en el 2020 una fuerza común de intervención europea, otra de protección civil frente a catástrofes naturales y crear una fiscalía europea contra el terrorismo.

En materia de inmigración, y a la vista de que el desafío será duradero, planteó la creación de una oficina europea de asilo, homogeneizar los procedimientos de gestión de solicitudes y poner en marcha un programa de integración para refugiados.

Macron rescató la aplicación de un impuesto sobre las transacciones financieras para destinar lo recaudado a la ayuda oficial al desarrollo. Quiere también que, de aquí al 2020, se armonicen los tipos de interés del impuesto de sociedades y se establezca un salario mínimo adaptado a la realidad económica de cada país.

El presidente francés pretende asimismo que la Unión Europea se convierta en la punta de lanza de la transición ecológica. Para ello, propone penalizar las emisiones contaminantes fijando un precio de entre 25 y 30 euros la tonelada de carbono, así como gravar las importaciones procedentes de industrias poco respetuosas con el medio ambiente. Además, propone crear una Agencia europea de innovación digital.

Acelerar las interconexiones eléctricas entre España y Francia y avanzar hacia el mercado europeo de la energía figura igualmente en su hoja de ruta. Macron también es partidario de revisar el funcionamiento de la Política Agrícola Común (PAC), de la que Francia es la principal beneficiaria, para proteger al mismo tiempo a los agricultores y los consumidores.

Refuerzo de la zona euro / El aspecto más delicado de su proyecto es su intención de reforzar la zona euro, dotándola de un presupuesto, un ministro de finanzas y un Parlamento específicos. Consciente de las dificultades que puede encontrar la cancillera alemana, Macron dejó claro que no se trata de «mutualizar las deudas del pasado» sino de luchar contra el paro.

Para construir una Europa más democrática, el presidente francés pretende sumar a los ciudadanos al debate sobre el futuro de la Unión y crear listas transnacionales en las próximas elecciones al Parlamento Europeo, que se celebrarán en el 2019.