El despegue demócrata no ha podido ser mejor, con un ejercicio de unidad y de lucha contra un objetivo común: Bush. Pero la guerra electoral recién empieza. A Kerry no le queda otra más que marcar de cerca la política nacional republicana. Establecer la diferencia, aglutinar la necesidad popular de cambio y elegir a un candidato a vicepresidente que ayude a mantener la llama de los electores ocho meses. Ser un liberal, en clave de EEUU, frente a la embestida de Bush contra la vida privada, las libertades civiles, el derecho a la transparencia política y a la verdad. Pilotar de otra manera.

*Periodista.