Más de 10.000 altermundialistas pudieron acampar en las zonas habilitadas por las autoridades francesas en el aeródromo de Annemasse. Todo el movimiento alternativo estaba representado allí, reagrupado por afinidades en los poblados: el Vaag, poblado alternativo anticapitalista y antiguerra, de tendencia anarquista y libertaria; y el Poblado Intergaláctico, donde se reagruparon organizaciones muy diversas, desde las más radicales como los Aarrg! (aprendices agitadores para una red de resistencia global) hasta los reformistas del Comité católico contra el hambre y por el desarrollo. Los españoles, con toda su diversidad, también encontraron refugio en esta zona.

"Globalmente todo ha funcionado bien, hemos podido ducharnos, comer y dormir, la única pega es que estamos muy alejados del centro pero el ambiente es bueno", reconocía Elena, una estudiante que con cinco compañeros hizo el viaje desde Barcelona en uno de los seis autobuses, fletados por la organización Xarxa de Mobilització Global (Red de Movilización Global).

DECISIONES ASAMBLEARIAS

Las autoridades francesas decidieron facilitar las cosas a los antimundialización y se notaba en el ambiente. En el "punto de convergencia" se sucedían las asambleas. Por haber adoptado el sistema de autogestión, la "democracia directa" era la práctica obligada para todas las decisiones de los grupos.

"Esto es como mayo del 68", explicaba encantado Serge, que rozando los 50 años, optó por una caravana con todas las comodidades para viajar desde Toulouse con su mujer. "Los dos tenemos el carnet de Attac porque consideramos que no nos podemos quedar con los brazos cruzados ante este liberalismo salvaje y galopante", precisaba Fabienne.

LA INFRAESTRUCTURA

Desde el punto de vista sanitario e higiénico, el Gobierno de Chirac también lo había previsto todo: lavabos y duchas suficientes no sólo en los poblados, sino también en puntos estratégicos de la ciudad francesa. Los dos puestos de socorro instalados en la entrada del aeródromo practicaron una media de 25 intervenciones diarias pero todas ellas leves, predominando los trastornos intestinales.

Pero para la mayoría de los acampados, lo realmente importante era simplemente "estar allí" y "comprobar que hay otra gente que piensa que existen otras alternativas para otro mundo", reconocía Thais, otra española que, tras participar en una campada en Barcelona en contra de la guerra de Irak, llegó al campamento de Annemasse con la ilusión de "compartir experiencias".

Jordi, del Partido Obrero Revolucionario, animaba los debates: "Creo que se tiene que buscar a nivel de países como España la unidad de la izquierda en base a los puntos que tienen en común y no focalizándose en sus diferencias. Si no, nunca haremos nada", sentenciaba.