El carnaval de Río de Janeiro siempre necesita un aderezo polémico. Ya no son los cuerpos esculturales de sus mujeres ni las comparsas, o el universo del hampa que linda a la gran fiesta pagana. Tampoco la violencia, que a fin de cuentas está todo el año. Cuando faltan pocas semanas para que se ponga en movimiento el rito anual, Unidos de Tijuca, la escuela de samba que el año pasado se ganó todos los aplausos, propuso instalar lavabos específicos para homosexuales y travestis.

Como era de suponer, estalló la controversia. Para Claudio Nascimento, el director del programa gubernamental Río sin Homofobia, la habilitación de un "tercer lavabo", además del masculino y el femenino, sería un "apartheid carnavalesco". Iran Araújo, que dirige la Liga de las Escuelas de Samba, también expresó su perplejidad.

"El uso de este lavabo no es una obligación, sino una opción" para los que "se sienten discriminados", le dijo al diario O Globo, Bruno Tenório, el portavoz de Unidos de Tijuca.

Río se encuentra sobresaltada porque un ataque narco impactó con sus balas en la misma oficina del alcalde. Pero de todos modos, los medios le cedieron un espacio considerable a la polémica del "tercer lavabo". En las pantallas se vieron pronunciamientos en contra (en su mayoría), pero también a favor.

"Yo me sentiré más cómodo", le confesó un travesti a GloboNews. Otro gay dijo que la propuesta era positiva porque cuando entra a un lavabo es blanco de bromas de otros usuarios. Por lo pronto, otras escuelas de samba no quieren quedarse atrás y también se mostraron a favor de la nueva idea.

Detrás de la discusión, aflora otro problema de mayor gravedad, y está relacionado con la violencia homofóbica. De acuerdo con un estudio de la oenegé Grupo Gay de Bahía, los asesinatos de homosexuales aumentaron un 62% en Brasil entre el 2007 y el 2009.