La visita a Francia de Muamar Gadafi, que comenzará mañana y en la que se firmarán contratos de venta de armas y de un reactor nuclear, ha levantado una ola de críticas contra la política exterior del presidente Nicolas Sarkozy, que había prometido en su campaña electoral romper con la realpolitik y hacer del respeto a los derechos humanos una condición en las relaciones internacionales.

Sarkozy saludó el viernes al libio en Lisboa, donde Gadafi ha vuelto a suscitar críticas al juzgar "normal que los débiles recurran al terrorismo".

La polémica resurge cuatro meses después de la liberación por parte de Libia de las cinco enfermeras y el médico búlgaros gracias a las gestiones de Sarkozy. El exdelegado de la UE en Libia, Marc Pierini, declaró el jueves en la comisión parlamentaria francesa que investiga las contrapartidas ofrecidas a Libia que "el elemento decisivo fue la disponibilidad de Francia a prestarse a una discusión fundamental para Gadafi sobre armas y energía nuclear".

El socialista François Hollande dijo ayer que "ninguna firma de contratos puede legitimar tal ceguera por parte de Sarkozy", y el centrista François Bayrou consideró la visita "indigna para Francia". El filósofo Bernard-Henri Lévy protestó por la invitación a "un gran terrorista y secuestrador internacional" y Amnistía Internacional pidió "tener en cuenta la violación de derechos humanos".