Las fuerzas del orden chinas no habían abierto fuego sobre manifestantes desde la masacre de la plaza de Tiananmen, en 1989: este tabú de más de 15 años se ha roto esta semana en la ciudad de Dongzhou, en la provincia del Guangdong (sur), cuando la policía paramilitar disparó contra campesinos que protestaban por la expropiación de sus tierras. Resultado: al menos dos muertos y, según algunos habitantes, hasta 20.

Las autoridades se mantienen mudas y la prensa china ha recibido la orden de no informar sobre estos acontencimientos. Ayer, la ciudad estaba totalmente rodeada por la Policía Armada del Pueblo (PAP) y los periodistas que intentaban llegar fueron detenidos y expulsados. Los pocos testimonios que llegan de Dongzhou hablan de detenciones y de mucha tensión social, tres días después del tiroteo del martes, revelado por la radio Free Asia.

Los incidentes se produjeron tras varios días de manifestaciones de miles de campesinos. Cuando la policía intervino para poner fin al movimiento, fue recibida por cócteles molotov que hirieron gravemente a un oficial.

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