Con unos 3.000 agentes, la Policía Federal Preventiva (PFP) tomó las cuatro entradas de la ciudad, ocupada por la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO). Mientras la policía permanecía formada para avanzar, rebeldes y vecinos levantaron nuevas barricadas. El Ministerio de Gobernación dijo "descartar el uso de la fuerza", mientras firmaba con el sindicato el acuerdo para que los maestros vuelvan mañana a las clases, tras cinco meses de protestas. En otros pueblos, los que llevan tres semanas trabajando se quejan de que no han cobrado.

El cruce de Santiaguito Etla, entrada de la carretera internacional a Oaxaca, fue el primero que tomaron las fuerzas federales. Siguieron los de San Bartolo Coyotepec, puente de San Atzompan y carretera a El Tule. Los policías antidisturbios llegaban provistos de máscaras antigás. Los seguidores de la APPO que guardaban la barricada se retiraron y fueron a reforzar la siguiente, a un kilómetro de distancia y todavía a 11 del centro de la ciudad. La consigna era replegarse, hasta que resistentes y vecinos pudieran unir la barrera humana a las piedras y sacos terreros de las barricadas.

Radio Universidad, la última emisora en poder de los insurgentes, pidió que los vecinos salieran "a la calle a resistir pacíficamente a la policía" . Muchos lo hicieron de manera espontánea y las barricadas de piedras, chatarra y neumáticos se multiplicaron desde la periferia. Al abandonarlas, los oaxaqueños movilizados dejaban como letreros sus pequeñas pancartas; ya no eran Fuera URO (Ulises Ruiz Ortiz, el gobernador que provocó el desaguisado), sino Fuera PFP , Oaxaca quiere paz . En el camino, hombres y mujeres enseñaban las manos: "Vean y digan que nosotros no tenemos armas".

En el retomado entronque de los Etlas, se formó la impresionante columna de la policía militarizada y empezó lo que parecía un lento avance hacia el corazón de Oaxaca. Después, se detuvo. Desde horas atrás, nadie más transitaba en la zona. El centenar de elementos antimotines de la primera línea --protegidos con cascos y grandes rodilleras-- solo llevaban escudos y porras. Detrás iban siete tanquetas con cañón de agua y equipo para remover obstáculos. Más atrás, un contingente con armas largas y otro con gases lacrimógenos.

EL TIROTEO DEL VIERNES Por otra parte, ayer se supo que el concejal de Seguridad Pública de Santa Lucía, Abel Santiago, fue uno de los sujetos que dispararon contra appos y periodistas el viernes. Otro es el jefe de personal, Manuel Aguilar; un tercero, un policía. Los vecinos los reconocieron. También el alcalde Manuel Martínez.