Todos los caminos que llevan a los 10 campamentos de gitanos que había en Ponticelli, a cinco kilómetros de Nápoles, están controlados por las fuerzas del orden, después de que el pasado día 13 una multitud los incendiara y destruyera tras haber echado con amenazas a los 900 residentes. Fue la chispa que disparó la polémica entre España e Italia, acusada de xenofobia.

Los gitanos eran nómadas de Bosnia y Rumanía y llevaban cinco años instalados en minipoblados. "Habíamos advertido al consistorio de que la situación se podía precipitar en cualquier momento", explica Nazario Malandrino, consejero del municipio agregado a Nápoles. Ahora muchos culpan a la Camorra de haber alentado el desalojo.