"Soy una más de los miles de niños condenados a no disfrutar de una sonrisa, de un beso en la mejilla por la mañana, de una mano que consuele nuestro dolor y nos anime a avanzar en la vida. Soy una chica cuyo pilar fue robado de casa: mi padre". Así empieza la carta que Imán, de 14 años, ha enviado a la madre de Gilad Shalit, el soldado secuestrado en Gaza. El padre de Imán, Mohamed, fue deportado a tierra de nadie entre el Líbano e Israel a principios de los 90, junto a otros miembros de Hamás, y allí nació ella. Ahora, su padre está en una cárcel israelí, junto a su tío, Abdalá.

En la carta, Imán dice a la madre de Gilad que está en su derecho de exigir el regreso de su hijo, de quien afirma que no estaba defendiendo, en Gaza, "una causa o un principio, sino obedeciendo órdenes sin plantearse si son correctas o no". "Compare su sufrimiento, que dura desde hace solo unos pocos días, al nuestro, que dura ya más de 20 o 30 años", afirma Imán.

"Sus líderes no entienden este sufrimiento", sigue Imán, que insta a la madre de Gilad a pedir la liberación de presos por su hijo. "Estamos en un punto en el que usted puede dar un paso y nosotros otro para que nos sean devueltos nuestros seres amados. Ponga fin a nuestro sufrimiento y al suyo".