ANicolas Sarkozy le ocurre lo mismo que a Mijaíl Gorbachov, el expresidente soviético que era deseado y admirado en el extranjero, mientras su popularidad entre los rusos estaba por los suelos. El presidente francés, que acaba de regresar de una visita de Estado a España en loor de multitud, cumplirá el miércoles su segundo año de mandato con el récord de impopularidad en Francia desde que fue elegido. Los franceses estiman que los grandes discursos de Sarkozy no se traducen en resultados efectivos.

Sarkozy causó en España una gran impresión. Diputados y senadores reunidos en las Cortes Generales le ovacionaron durante minuto y medio después de un brillante discurso en el que reafirmó su apoyo a la lucha contra ETA, respaldó la presencia permanente de España en el G-20, defendió una Europa protectora de sus ciudadanos frente a los países competidores que no respetan las reglas ecológicas ni sociales, insistió en la necesidad de refundar y moralizar el capitalismo, exigió un mayor compromiso de EEUU en el combate contra el cambio climático y acompañó su giro atlantista con una reivindicación de la Europa de la defensa.

La mayoría de estas ideas las expone habitualmente en Francia, pero el empuje y la energía, que en el exterior se califican con nota alta, la que corresponde a un presidente decidido y transgresor a ojos de quienes normalmente no le escuchan, en el interior no se valora del mismo modo. Los franceses están más preocupados por la crisis económica, reprochan a Sarkozy que su principal promesa electoral, el aumento del poder adquisitivo, no se haya cumplido, ni siquiera antes del crash financiero, y consideran que el presidente dedica más esfuerzos a resolver los problemas de los poderosos que a ocuparse de los más desfavorecidos. Así, a su regreso a Francia, Sarkozy se ha encontrado con que su popularidad está en las cotas más bajas desde su elección. Un sondeo de TNS Sofres para Le Figaro Magazine fijaba ayer la cota de confianza en un 32%, la menor desde mayo del 2007, y solo igualada en el mismo mes del 2008.

Desde los niveles alcanzados tras las elecciones (65% en julio del 2007), Sarkozy se despeñó en febrero del 2008 hasta el 41%, y no ha vuelto a superar esta cifra, que repitió en enero del 2009. Los demás meses siempre ha estado por debajo del 40%. Un análisis más detallado del sondeo de abril confirma los puntos débiles de Sarkozy: los jóvenes y las clases bajas. Su cota de confianza, que pierde en general 4 puntos con respecto al mes de marzo, sufre una caída de 10 puntos (hasta el 18%) entre los encuestados de 18 a 24 años. En la clase media baja el descenso es de 8 puntos (27%) y en la clase más baja pierde 6 (21%).

Entre los obreros, la caída es de 5 puntos (25%) y los parados establecen la popularidad de Sarkozy en el 23%. Sus mejores cifras se registran entre la clase alta (40%) y entre los jubilados (42%, pero con una pérdida de 3 puntos). Llama la atención la caída de 16 puntos de confianza entre los artesanos, los comerciantes y los jefes de empresa.

SIN ALTERNATIVA Pese a estos pésimos datos, Sarkozy sigue siendo el favorito para repetir mandato presidencial. Otro sondeo de Opinion Way publicado ayer por Le Figaro le otorga un 30% de las intenciones de voto si las presidenciales se celebraran ahora, frente a un 21% para la excandidata socialista Ségolène Royal y un 20% para el centrista François Bayrou.

Porque está claro que Sarkozy sigue sin tener alternativa. El Partido Socialista (PS), dividido entre el liderazgo oficial de Martine Aubry y las aspiraciones declaradas de Royal, no consigue convencer a los franceses. Un 76% de ellos estiman que el PS no tiene respuestas frente a la crisis y un 69% duda de que gobernara mejor que la derecha, según una encuesta de Ifop.