El populismo euroescéptico sigue creciendo en el corazón de Europa. En una doble jornada electoral celebrada el viernes y sábado, la República Checa ha otorgado las riendas del poder al empresario multimillonario Andrej Babis, líder y fundador del movimiento político de protesta ANO 2011, quien se ha impuesto claramente con un 29,74% de los votos.

Todas las encuestas le pronosticaban una cómoda victoria desde marzo del 2014, poco después de que Babis, el segundo hombre más rico del país, entrase en un Gobierno de coalición como viceprimer ministro y responsable de Finanzas. Crítico con la Unión Europea, la acogida de refugiados y cercano a Rusia, su victoria es otro signo de preocupación para Bruselas.

GIRO CONTRA LAS ÉLITES

Los resultados electorales en la República Checa apuntan a un claro triunfo del populismo antiestablishment de distintos signos. Con un 11,27% de los sufragios, los conservadores (ODS) son el único gran partido que ha mejorado sus resultados. Sorprendentemente, los Piratas y la ultraderecha xenófoba (SPD) han irrumpido con fuerza obteniendo un 10,73% y 10,69%, respectivamente, que les sitúan como tercera y cuarta fuerza parlamentaria. Un claro signo de protesta.

El golpe a los partidos clásicos ha sido mayúsculo. Los comunistas (KSCM) han perdido la mitad de sus apoyos quedándose con un 7,8%. Por otro lado, tras siete años siendo el partido más votado, los socialdemócratas (CSSD) se han hundido hasta obtener un 7,29% de los votos, sus peores resultados desde 1992. Con un 13,6% menos que en el 2013 y habiendo perdido 35 escaños, quedan relegados a la sexta posición.

Con hasta nueve partidos en el Parlamento y solo una fuerza dominante, la fragmentada política checa tendrá aún más complicado formar gobierno. En campaña, Babis descartó negociar tanto con comunistas como la ultraderecha.

UN PROYECTO CON SOMBRAS

La elección del empresario millonario Babis como nuevo líder de la República Checa supone otro duro golpe contra la UE que evidencia una vez más el crecimiento de los partidos populistas nacidos de la indignación contra la élite política. Fundado en el 2011 como movimiento protesta, ANO ha tenido un ascenso fulgurante. En el 2013 entró con fuerza en el Gobierno como socio menor y ahora toma el poder. Ocho de las diez grandes ciudades, incluida Praga, están bajo su control.

Centrada en combatir la corrupción, la formación se ha situado en el centro político, pidiendo desde aumentar el salario de los profesores a rechazar las cuotas de aceptación de refugiados propuestas por la UE. “La crisis migratoria amenaza más a la República Checa que Rusia”, aseguró en septiembre del 2015.

El caso checo es especialmente grotesco. Babis, que amasa una fortuna de más de 4.000 millones de euros según Bloomberg, ha sacado pecho de sus negocios para criticar la corrupción de los partidos mayoritarios. Sin embargo, él mismo tuvo que abandonar el Gobierno a principios de año al ser acusado de perpetrar fraude de subsidios con su poderosa empresa, algo que llevó a los parlamentarios a retirarle la inmunidad para que la policía pueda investigarlo. Además, ha sido acusado de colaborar con el StB, la policía secreta en la Checoslovaquia comunista, cuando era joven así como de mantener lazos con el KGB y la Rusia de Vladímir Putin.

OTRA BOFETADA A LA UE

El revés es especialmente sonoro para Bruselas. Durante este año han contenido el aliento con el auge xenófobo y euroescéptico en Francia, Países Bajos y Alemania. Hace tan solo una semana se estremecieron con la posibilidad de que estas fuerzas llegasen al poder en Austria y ahora lo confirmarán en la República Checa. Desde su entrada en la UE en el 2004, la antigua Bohemia ha sido el país del bloque centroeste más beneficiado. Así, se ha convertido en el país más rico del derrumbado bloque comunista y el que presenta la tasa de paro más baja del continente (2,9%). Eso no ha evitado que crezca la decepción con el club comunitario. Solo un tercio de los checos ven la pertenencia a la UE como algo positivo, incluso peor que los griegos. Solo un 20% participaron en las elecciones europeas del 2014.

Siguiendo lo planeado por Babis, el nuevo Gobierno checo rechazará una mayor integración europea como proponen Emmanuel Macron y Angela Merkel. Así, se teme que esta victoria suponga un giro de la República Checa hacia posiciones aislacionistas como las vecinas Polonia y Hungría, con quienes conforman junto a Eslovaquia el Grupo de Visegrado, una alianza crítica con la UE. Sus comparaciones con Donald Trump, Silvio Berlusconi, Viktor Orbán o Jaroslaw Kaczynski ponen los pelos de punta en Bruselas.