"¿Quién es el arquitecto de la sublevación en Haití?", se pregunta Jonas Petit, coordinador y portavoz del partido gubernamental Familia Lavalas. La avalancha a la que remite la voz criolla lavalas se viene sobre el mesiánico presidente que la inició, Jean-Bertrand Aristide, al que amenaza con tragarse, pese a que "una mayoría cercana a la unanimidad, afirma Petit, esté aún junto al gobernante. "¿Guerra civil? Todo es posible", dice, preocupado, el joven político oficialista.

El eco de los tiros llega desde el puesto de policía de Terre Rouge, situado en una colina que domina el este de la capital; de nuevo, un comando de hombres armados hace huir a los policías. Y desde Cabo Haitiano, tomada el domingo, el jefe del conocido como Ejército Caníbal, Guy Philippe, asegura que estará en Puerto Príncipe "en un par de días" y liberará "todo el país antes de 15". Ante estas previsiones, la oposición presenta un "contraplan" a los mediadores internacionales que prevé para el 18 de marzo la salida del mandatario.

"La situación puede estallarnos en la cara", reconoce Jonas Petit, quien compara la revuelta actual al golpe de Estado que apartó del poder al mandatario en 1991. "Los personajes son los mismos de golpes anteriores, gente que era del disuelto Ejército", declara a este diario. El caldo de cultivo es el bloqueo de EEUU y una oposición política, en teoría pacífica.

EEUU envía 50 marines para proteger a su embajada. Unos 3.000 de los 5.000 policías del país se aprestan a defender Puerto Príncipe, mientras en Cabo Haitiano, Louis Chamblain, el más feroz de los insurrectos, comenta que "la única resistencia hasta ahora ha sido con machetes".

Petit señala las miserias: "Casi el 90% de la población está excluida de los derechos humanos básicos y carece de una vida digna". El 70% no sabe leer ni escribir, sólo 110.000 personas tienen un empleo fijo y un 20% sobrevive de la venta ambulante.