Estoy muy preocupado por el futuro de Portugal", afirma Antonio, un empresario portugués relacionado con la industria camionera que tiene un negocio en Tárrega y viaja cada mes a la localidad leridana. No es el único y tiene motivos. La crisis económica ha pegado fuerte en Portugal y las incesantes especulaciones de que el país necesitará ser rescatado por la UE y el Fondo Monetario Internacional (FMI) tienen un efecto desmoralizador y han levantado toda suerte de temores.

Una encuesta divulgada el pasado martes dejaba pocas dudas sobre el pesimismo de los portugueses. El 81% se declaró preocupado por el desempleo, el 26% se mostró inquieto por el deterioro del sistema sanitario y un porcentaje similar por el endeudamiento de las familias. El 78% opinó que Portugal está tomando una "dirección equivocada". Pero lo más perturbador del sondeo es que el 46% consideró que los portugueses viven ahora peor o mucho peor que hace 40 años, cuando el país estaba aún sometido a la dictadura de Salazar, y casi el 60% cree que sus condiciones de vida son peores ahora que antes de entrar en la UE (en 1986, junto a España), lo que no deja de resultar curioso en un país que se ha beneficiado durante años de los fondos de cohesión y estructurales de la Unión.

"No es verdad que vivan peor que durante la dictadura. Esta pregunta en la encuesta constituye una explotación cuestionable de un momento difícil", declara a este diario Fernando Rosas, prestigioso catedrático de Historia y hasta el pasado noviembre diputado del Bloque de Izquierdas. "En los momentos difíciles, la gente siente nostalgia de otros tiempos, en los que vivían peor desde el punto de vista social y, por supuesto, por la falta de libertades", añadió.

En cualquier caso, los portugueses van hoy a las urnas bajo el efecto desmoralizador del plan de ajuste decidido en octubre por el Gobierno socialista de José Sócrates, con el apoyo de la oposición conservadora, que entró en vigor el 1 de enero.

El plan ha supuesto un incremento general de impuestos; el aumento del IVA del 21% al 23%; el recorte del salario de los funcionarios, entre un 3,5% y un 10% (dependiendo de las categorías) y que afecta también a todo el sector público y a las empresas con capital público, aunque no sea mayoritario; la congelación de las pensiones y el recorte del subsidio de desempleo.

Según las cifras oficiales, el paro es del 10,9%, lo que, visto desde la España que duplica este índice, puede no parecer tan dramático. "Portugal no tiene una cultura de paro. La tasa habitual era del 5%, máximo el 7%. Superar el 10% ha supuesto un trauma", explica Antonio Costa Pinto, profesor de Ciencia Política del Instituto de Ciencias Sociales de Lisboa. La cobertura del desempleo es también menor que en España. Rosas asegura que el 40% de los parados no tienen subsidio.

AYUDA EXTERNA El plan de ajuste y el recorte del gasto público han sido la receta adoptada para atajar el déficit presupuestario estimado en el 7,3% para el 2010. El Gobierno se ha marcado el objetivo del 4,6% para el 2011.

El Ejecutivo, que acaba de colocar 750 millones de euros en bonos en el mercado internacional, insiste en que no recurrirá a la ayuda externa. "Hay un sentimiento de injusticia en la opinión pública porque la coyuntura portuguesa es muy diferente a la griega y la irlandesa. El problema ha sido el efecto contagio", subraya Costa Pinto. "Pero, con o sin rescate, la situación social y económica portuguesa en los próximos dos años será pésima", se lamenta el politólogo.