¿Cómo es posible que un país pequeño y en una situación permanente de conflicto sea uno de los más avanzados del mundo en el campo científico, tecnológico y de innovación? ¿Qué hace que Israel tenga más empresas que cotizan en el Nasdaq --el índice de valores de la alta tecnología-- que ningún otro país, salvo EEUU? No hay una única explicación, y posiblemente se deba a un conjunto de factores. Uno de ellos es meramente cultural y tiene que ver con un espíritu muy poco conformista. Pero otro factor importante lo constituye el Ejército. Históricamente Israel ha sentido la necesidad de compensar su inferioridad numérica respecto a los países hostiles con la superioridad tecnológica. Y más allá de la tecnología proporcionada por países aliados como EEUU, los responsables de Defensa siempre han priorizado la investigación y los avances tecnológicos propios.

El servicio militar obligatorio (tres años para los hombres y dos para las mujeres) se ha convertido pues en una escuela --algunos dicen que tan o más importante que las universidades-- sobre todo para quienes van a parar a unidades de élite. No son pocos los reclutas que, después de su paso por el Ejército, han creado empresas innovadoras, conocidas, en inglés, como start up. Muchas fracasan, pero algunas han convertido sus proyectos en millonarios.

Madurez intelectual

En el Ejército no se adquieren solo conocimientos, sino también capacidad de liderazgo. "Mi experiencia en el Ejército aceleró mi madurez intelectual y el sentido de la responsabilidad", dice el profesor Tal Alexander. Especializado en astrofísica, es uno de los investigadores del Instituto Weizmann, el sanctasanctórum de la investigación científica en Israel, con cinco facultades de posgraduado y 50 centros multidisciplinarios. Otra científica del Weizmann, Ada Yonath, compartió el año pasado con dos estadounidenses el Nobel de Química.

"La investigación necesita mucha curiosidad y pocos límites. Si trabajas por curiosidad, aunque no las busques acabas descubriendo cosas en las que nadie había pensado, y esto es la innovación", señala el profesor Daniel Zajfman, presidente del Instituto Weizmann. "En el judaísmo no hay ningún conflicto entre religión y ciencia", explica. Israel, un peso pesado en la ciencia biomédica, no ha puesto ningún límite a la investigación con células madre.

Compugen, una empresa israelí dedicada a descubrir productos para el diagnóstico médico, lidera y coordina el proyecto SIMAP, un consorcio interdisciplinar, establecido en cooperación con la UE, en el que participan empresas e instituciones científicas de Israel y de varios países europeos en la lucha contra el cáncer. La empresa la dirige una mujer.

La industria farmacéutica es también potente. Aunque no sea una marca conocida, el principal productor mundial de medicamentos genéricos es Teva, otra empresa israelí. Recientemente ha adquirido los laboratorios Roche.

Entre el sector privado (77%) y el público, Israel invirtió en el 2008 el 4,9% de su producto interior bruto (PIB) en I+D+I (investigación, desarrollo e innovación), una proporción superior a la de la UE, según reconoce Robert Krengel, responsable de asuntos científicos de la delegación de la Comisión Europea en Tel-

Aviv. El mismo año, España invirtió el 1,35% del PIB.

La relación entre la UE e Israel es intensa, no solo en el ámbito comercial, sino también en el científico. Eso no ha cambiado ni siquiera en los momentos de mayor tensión política. El vínculo entre dicha relación y el proceso de paz en Oriente Próximo es motivo de discordia.

Castigo por Gaza

Israel participa en varios programas europeos de investigación, incluido el sistema de navegación por satélite Galileo. El marco legal de la relación es el Acuerdo de Asociación de 1995, que entró en vigor en el 2000. En diciembre del 2008, la UE decidió elevar el rango del acuerdo, pero la medida quedó congelada como castigo por la ofensiva militar en Gaza."Que la mejora esté congelada no significa que la relación esté congelada", aclara Ricardo Serri, funcionario de la Dirección de Relaciones Exteriores de la Comisión Europea. Business as usual.