Un papa latinoamericano no es una posibilidad descabellada. Después de la posible candidatura de un italiano, muy rumoreada durante estos días previos al cónclave en el que los 116 cardenales elegirán al sucesor de Karol Wojtyla, la probabilidad de que el próximo papa hable castellano va adquiriendo fuerza.

Con 21 cardenales electores, el grupo latinoamericano es el segundo después del europeo (58); los italianos son 20. Sin embargo, se trata de un colectivo sólido a la hora de presionar para que el siguiente papa sea de América Latina, independientemente de su orientación ideológica.

El conservador dominicano Nicolás de Jesús López Rodríguez ha pedido que la opción latinoamericana "sea por lo menos tomada en consideración". Uno de los argumentos que esgrimen es que casi la mitad (43,6%) de los católicos están en Latinoamérica, una cifra muy superior a la de Europa (27%), Africa (11,4%), Asia (10,4%) y Norteamérica (6,7%).

En el seno de la Iglesia, parece que uno de los elementos clave para la elección de un candidato de este grupo será la visión de los cardenales sobre democracia interna: una Iglesia más participativa jugaría a favor de una candidatura del Tercer Mundo. Los 21 votos latinoamericanos constituyen un factor electoral decisivo. Las previsiones indican que los tradicionalistas sacarán cerca de 60 votos, y los innovadores, 40.

El grupo latinoamericano cuenta con cuatro candidatos al alza: José Mario Bergoglio (Buenos Aires), Claudio Hummes (Sao Paulo), Oscar Rodríguez Maradiaga (Tegucigalpa) y Norberto Rivera Carrera (México). El más carismático es Maradiaga. La cabeza mejor estructurada es la de Hummes. Bergoglio es el más espiritual, y Rivera, el más cercano a Wojtyla.

Desde una óptica frívola, las casas de apuestas destacan a dos candidatos de ese grupo: Maradiaga, cuya elección se paga a 9 contra 2, y Hummes, a 7 contra 1.