Si por un lado la ley francesa restringe el acceso a las prestaciones sociales, especialmente el acceso a la sanidad gratuita, la nueva legislación premia a los extranjeros que demuestren su "voluntad de integración". Estas personas verán acelerado el proceso de naturalización. Entre las condiciones exigidas figura el conocimiento de la lengua francesa y el respecto a los valores republicanos. Conocer los símbolos franceses, como la bandera, el busto de Marianne o el himno de La Marsellesa, puntuarán a favor.

En declaraciones al diario Le Parisien, el ministro de Inmigración, Eric Besson, dice que será feliz si su ministerio se convierte en "una máquina de fabricar buenos franceses".