El presidente de la Academia Olímpica Española, Conrado Durántez, teme que el relevo internacional de la Antorcha Olímpica llegue a desaparecer si el COI no se muestra "tajante" y evita que la política se inmiscuya en la organización de los Juegos Olímpicos. "Nunca en la vida ha habidos estos problemas. La Llama ha sido siempre respetada, porque es el símbolo más respetable, el símbolo más vivo de los Juegos", dijo Durantez a EFE desde Pekín, donde asiste a las reuniones de ACNO y COI.

"Es lamentable lo que está pasando en esta edición", señaló en referencia a los incidentes que han rodeado el paso del fuego por Europa. "Hay que tratar por todos los medios de evitar que la política contamine los Juegos. Todo el mundo busca notoriedad a costa de ellos", advirtió. Durántez, también presidente de la Asociación Panibérica de Academias Olímpicas y experto en la historia del olimpismo, dijo que los "actos lamentables" que están interrumpiendo el relevo pacífico de la Antorcha Olímpica "levantan una patente de corso para que grupos de tercer o cuarto orden y fuerza sectarias busquen protagonismo" cada vez que se aproximen los Juegos.

Por ello, añadió, "los dirigentes olímpicos deben ser tajantes: es la hora del deporte y los políticos se callan". Según Durántez, el presidente del COI, el belga Jacques Rogge, tiene claro que debe ser así, al igual que su predecesor, el español Juan Antonio Samaranch: "Ha dicho lo de siempre, que cuando los políticos se quieren hacer figuras a costa de los Juegos, malo. No nos hacen ninguna falta los políticos. Es la hora de los atletas". Respecto a la posibilidad de que el relevo internacional de la Antorcha sea eliminado en futuras ediciones de los Juegos, señaló que se haría "un flaco favor" al olimpismo, pero reconoció que a la vista de los acontecimientos "lo mismo no queda otra remedio".

"Es una tristeza. La Llama es un símbolo de paz. Que por razones de seguridad haya que anular el relevo no es lo más adecuado para un símbolo así", dijo. La Llama llega mañana a San Francisco después de un accidentado recorrido por Europa, donde organizaciones a favor del Tíbet y de los derechos humanos interrumpieron su paso. En París el fuego tuvo que ser apagado para proteger a los portadores y variar su itinerario.