Siempre dijo que quería ser un presidente "incómodo", pero parece que no estaba preparado para las consecuencias. El presidente alemán, Host Köhler, anunció ayer su dimisión "con efecto inmediato", dejando boquiabierta a la sociedad y a la clase política alemana. Köhler reaccionaba así a las críticas recibidas en la última semana por unas declaraciones en las que relacionaba la misión del Ejército alemán en Afganistán con los intereses económicos del país.

"Siento que mis declaraciones hayan provocado malentendidos en una cuestión tan delicada en nuestro país", declaró el ya exjefe del Estado, quien compareció en su residencia oficial acompañado de su mujer. El argumento de la polémica surgió de una entrevista concedida por Köhler a la vuelta de un viaje a Afganistán el pasado 22 de mayo. El presidente afirmó entonces que "un país del tamaño de Alemania, con su dependencia del comercio exterior, debe saber que en casos de emergencia, es necesaria una misión militar para defender sus intereses" entre los que citó, entre otros, mantener libres sus "vías comerciales".

Aunque un portavoz de la presidencia aclaró que Köhler no se refería a la misión afgana, nada detuvo el aluvión de críticas que llegaron a afirmar que el presidente anteponía la economía a la Constitución alemana. "Esa crítica carece de cualquier justificación e ignora el respeto debido a mi cargo", dijo ayer Köhler, antes de cerrar su comparecencia con un emocionado adiós.

La dimisión del presidente es otro jarro de agua fría para Angela Merkel y su Gobierno. La cancillera lamentó "de todo corazón" la retirada.

APUESTA DE MERKEL Fue Merkel quien apostó en su día por un economista, miembro de la CDU desde 1981 pero desconocido en el plano político. Ella y sus socios liberales renovaron su confianza en él hace apenas un año. Pero si la primera elección de Köhler en el 2004 --con el SPD y Los Verdes en el Gobierno-- se interpretó como un primer paso para un giro conservador-liberal en Alemania, ayer todos querían saber si su salida ahora tiene la lectura contraria. Desde la oposición, se insistió en que la decisión parecía "exagerada", al tiempo que se acusó a los de Merkel de haber fallado al negarle los apoyos necesarios.

La Asamblea Federal tiene 30 días para elegir presidente.