El presidente de EEUU, George Bush, dijo ayer que no tiene nada que ocultar y que contestó "a todas las preguntas" de la comisión independiente del Congreso que investiga el 11-S. El interrogatorio discurrió sin luz ni taquígrafos, a petición de la Casa Blanca. Duró tres horas.

Bush aceptó ser entrevistado por la comisión acompañado por el vicepresidente, Dick Cheney, y tres abogados más, entre ellos el de la Casa Blanca, Alberto Gonzales. Los letrados tomaron notas de toda la conversación --el único rastro que quedará, junto con las que tomaron los miembros de la comisión, de lo que se dijo-- ya que Bush no permitió que fuera grabada o se hiciera una transcripción.

"Si hubiera tenido algo que ocultar no me habría entrevistado con ellos", declaró Bush en la rueda de prensa que dio al término de la comparecencia, que empezó en el Despacho Oval a las 9.30 horas. Bush explicó que ninguno de los abogados le aconsejó que no respondiera a alguna de las preguntas. La Casa Blanca describió la reunión como "un encuentro privado" y no "un testimonio oficial", para proteger al presidente de las críticas sobre el secretismo de la comparecencia.