Unos 10 millones de ecuatorianos, y por primera vez entre ellos los militares, policías y hasta adolescentes de 16 años, deciden hoy en las urnas si quieren que el presidente, Rafael Correa, gobierne por cuatro años más con las difusas banderas del "Socialismo del siglo XXI", o recurren a los viejos conocidos de la política para restaurar el antiguo orden.

Las últimas encuestas auguran que el jefe de Estado ganará las elecciones con más de un 50% de las adhesiones, lo que le evitaría el trance de la segunda vuelta en junio. El excoronel Lucio Gutiérrez y el magnate bananero Alvaro Noboa, que ocupan los segundo y tercer lugar en las preferencias, todavía creen en el milagro de una segunda vuelta.

RENOVAR LA CONFIANZA Correa, que en septiembre logró un triunfo después de que el 64% de los ecuatorianos le dijera en el referendo sobre una Constitución elaborada a su imagen y semejanza, le pidió a la sociedad otro voto de confianza. Y, como viene haciéndolo desde el 2006, aseguró que el país debe decidir entre "ese pasado de saqueo, de injusticia, o este presente y un futuro mucho más hermoso, de cambio". Noboa ya no regala dólares, la moneda oficial, en sus actos proselitistas como antaño, pero no ha perdido su don histriónico a la hora de lanzar sus advertencias. "Ustedes bajan la cabeza ante un tirano y eso yo no lo voy a permitir. Quiero devolver a Ecuador su dignidad y su orgullo", arengó.

Correa, que en esta campaña recorrió todo el territorio a bordo de un avión que ha costado unos 20 millones de euros --lo que puso el grito en el cielo de los adversarios--, ha sido en estos años una máquina de ganar elecciones. Lo que no logró su carisma, en especial entre los pobres, lo hizo la omnipresencia publicitaria. No solo pasó las anteriores pruebas sin sobresaltos, sino que afianzó el capital político de su partido, Acuerdo País. Pero estos comicios, los primeros bajo el nuevo orden constitucional, en los que se eligen, además de presidente y vicepresidente, legisladores y autoridades locales, se celebran en un momento delicado, cuando comienzan a hacerse sentir los efectos de la crisis económica mundial.

POPULARIDAD El Gobierno cimentó su popularidad sobre la base de medidas sociales que favorecieron a los sectores más castigados de un Ecuador con un cuarto de la población pobre y un 50% subempleada.

Beneficiada hasta hace muy poco por la renta petrolera y las jugosas remesas que enviaban los emigrantes desde Estados Unidos y Europa, en especial España, la economía creció en el 2008 un 7%. Asimismo, las grandes empresas y bancos tuvieron un 20% de ganancias.