Que una primera dama encabece una manifestación de protesta de los humildes resulta tan extraño como que un presidente depuesto por un golpe militar derechista ande pidiendo ayuda a EEUU. Escondida hasta entonces, Xiomara Castro se puso ayer al frente de la diaria manifestación de los seguidores de su marido, el depuesto presidente de Honduras, Manuel Zelaya, mientras este le pedía en Washington a la jefa de la diplomacia estadounidense, Hillary Clinton, una presión "más fuerte" contra el régimen de facto. Obama reiteró desde Moscú su apoyo a Zelaya y señaló: "Lo hacemos porque respetamos el principio universal de que los pueblos deben elegir a sus propios líderes, coincidamos con ellos o no".

Entre otras paradojas, el Gobierno surgido del golpe de hace 10 días y encabezado por Roberto Micheletti había pedido al mundo la detención de Zelaya, pero el domingo pasado no le dejó aterrizar en el aeropuerto de Toncontín, donde aseguró que lo apresaría. La Interpol denegó ayer la solicitud de "detención preventiva con vistas a la extradición" del presidente derrocado, resaltó el contrasentido de que las autoridades no lo hubieran "detenido en su propio territorio" y recordó que la policía internacional no interviene en asuntos de carácter político.

SIN CONCESIONES Pero dentro y fuera se exigía la restitución del jefe del Estado. "Eso es lo único que no es negociable", destacó Xiomara Castro convertida en manifestante. "Hay que ser muy duros, muy estrictos, no podemos admitir bajo ningún concepto que alguien se crea con el derecho de poder derrocar a un Gobierno legítimamente elegido por el pueblo", dijo el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva. La protesta acabó frente a la embajada de EEUU. "Que ese país amigo nos apoye", pidió Xiomara Castro. Poco después se inició en el centro de Tegucigalpa la manifestación a favor de Micheletti, toda de blanco.