Unos 9,3 millones de ecuatorianos eligen hoy a los parlamentarios que redactarán una nueva Constitución, la vigésima reforma en más de dos décadas de descalabro e inestabilidad. En sus discursos más entusiastas, los candidatos de Alianza País, la formación del presidente Rafael Correa, se han sentido ganadores de antemano y atribuyen al futuro texto constitucional propiedades casi mágicas. Los opositores, en cambio, consideran que la sociedad está marchando al compás de una manía del presidente Rafael Correa, el joven economista que gobierna desde enero y que confía en que su obsesión constituyente consiga hoy millones de votos a favor.

La palabra consenso ha sido expulsada del vocabulario político. Correa ha planteado que la Carta Magna debe aprobarse solo con la mitad más uno de los votos. Para sus adversarios, se planta así la semilla de discordias venideras. Pero Alianza País prefiere pensar en el presente que le dictan las encuestas. Hace cuentas y cree que obtendrá entre 66 y 72 de los 130 escaños. "Seremos ampliamente mayoritarios", auguró el ministro del Interior, Gustavo Larrea.

Unos 92.000 ecuatorianos residentes en España pueden participar en unos comicios en que concurren 497 partidos y 3.229 aspirantes a redactar la próxima Constitución. El partido en el Gobierno quiere que la nueva Carta Magna dote al Estado de un perfil productivo y solidario. Se buscará a su vez limitar las atribuciones del Parlamento y promover un modelo administrativo que sustituya a las 22 provincias actuales por siete regiones y dos distritos autónomos, Quito y Guayaquil.

El Gobierno asegura que la reelección presidencial no es un tema prioritario, pero que en algún momento pasará a ocupar un plano relevante. "¿Cuál es el problema? ¿Acaso no hay reelección en Brasil? ¿Acaso no hay reelección en Estados Unidos?", se preguntó Correa, anticipándose a las posibles críticas.